Desde que se publicó mi primera colaboración en este medio informativo, no había abordado temas de
naturaleza política. Sin embargo, las polémicas surgidas recientemente en torno a múltiples personajes de la cuarta transformación #4T, me impelen a externar mi opinión.
Y vaya que hay mucha tela de donde cortar, pues este gobierno ha perdido completamente el rumbo, convirtiéndose en un circo, en un burdo espectáculo donde el director es el mismísimo Presidente de la República, quien durante años tuvo todas las respuestas y hoy, sentado en la silla presidencial, simplemente tiene todas las excusas.
Siendo honestos, nuestro mandatario es un megalómano que gobierna con base en ocurrencias y caprichos. En el marco de una pandemia que ha cobrado la vida de miles de personas, ante la inminente llegada de una crisis económica de enormes proporciones, con el sistema de salud al borde del colapso, y con niveles históricos de violencia, López Obrador prioriza construir un aeropuerto inservible, una refinería obsoleta y un tren que va a devastar la selva.
Además, sus constantes discursos de odio han polarizado al país, al grado que ahora solo existe el bando de los “fifís” y el de los “chairos”. Y lo peor del caso es el cinismo con el que se maneja, la facilidad que tiene para manipular la información a su conveniencia y para deslindarse de sus mediocres declaraciones y resultados, culpando siempre a sus adversarios.
Porque eso si, carecerá de la capacidad para dirigir un país pero es excelente creando enemigos imaginarios, al grado que se atrevió a exhibir en cadena nacional un documento denunciando la existencia de un bloque opositor, que básicamente incluía a todos los que se han atrevido a cuestionarlo; mismo que, dicho sea de paso, generó una ola de burlas y reacciones adversas.
Dejando de lado su ridículo tras el intento fallido de revivir la conspiración de los encapuchados de Chipinque (y que es a todas luces una cortina de humo ante la inoperancia de su gobierno), lo que verdaderamente debería indignarnos es, por ejemplo, la censura a Chumel Torres, sugerida probablemente por la “no primera dama”, o la operación orquestada por la directora de la agencia de noticias del Estado Mexicano (NOTIMEX) para atacar y desprestigiar en redes sociales a diversos periodistas.
O quizá el escándalo en torno a las valiosas propiedades que mágicamente aparecieron reflejadas en el patrimonio de la Secretaria de la Función Pública y su esposo, el honorable académico e investigador que se ha lanzado descaradamente en defensa del presidente y los ideales de la transformación de cuarta (y que le ha generado jugosas ganancias).
En fin, no puedo negar que los gobiernos pasados fueron terribles, pero los integrantes de la nueva administración resultaron aún más vulgares y ambiciosos; son una copia mal hecha del “PRIAN”, pues ya ni siquiera se esfuerzan en ocultar adecuadamente su suciedad.