La paradoja del Presidente

Como diría un famoso comediante cuautlense, lo que sucede entorno al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP) parece chiste pero es anécdota, más aún cuando la renuncia de Jaime Cárdenas
vino acompañada de revelaciones sobre irregularidades y actos de corrupción que prevalecen en ese organismo, y con los cuales supuestamente se encuentra relacionado Alejandro Esquer, actual secretario particular del compañero Presidente. 
 
Sin embargo, ante tales declaraciones, AMLO -fiel a su costumbre- decidió criticar y descalificar a quien lo acompañó durante años en la consecución de sus aspiraciones presidenciales. Así pues, tal y como lo escribió el columnista Raymundo Riva Palacio, López Obrador es un “malagradecido irrefrenable, que no pudo quedarse callado para evitar exhibir las miserias de su administración”. 
 
Porque es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y utilizar un púlpito mañanero e incluso el aparato gubernamental para censurar, denunciar, perseguir y castigar a los “opositores”, a los “conservadores”, a los “adversarios”. Pero se torna una tarea complicada cuando los hechos de corrupción exhibidos involucran a personas del círculo cercano del mandatario federal -y para muestra el video en el que aparece su hermano recibiendo dinero del cual no ha dicho ni pío- ante los cuales prefiere “callar como momia” y tratar de encubrir, por todos los medios posibles, la prematura descomposición de su gobierno.
 
Por ello, causa indignación que en sus discursos insinúe que gobierna para todo el pueblo de México, toda vez que ha quedado demostrado que las dádivas y prerrogativas son exclusivamente para aquellos que ofrecen una lealtad ciega hacia su proyecto transformador, excluyendo a las miles de voces críticas que se rehusan a limitar su actuación a la simple obediencia. Por cierto, indignación y, sobre todo, vergüenza es lo que muchos mexicanos experimentamos con la deplorable intervención del Presidente ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. ¡Carajo! Ni el cuello de la camisa pudo arreglarse. 
 
Y hablando de situaciones deplorables -y hasta nauseabundas- nos encontramos con el proceso para la renovación de la dirigencia de MORENA. No solo el método de encuesta abierta ordenado por el Tribunal Electoral ha causado malestar e inconformidad entre los aspirantes, sino también las constantes declaraciones del experimentado legislador Porfirio Muñoz Ledo han atizado el fuego, por lo que se espera una cruenta batalla entre los “puros” y los “moderados” por el control del partido guinda de cara a las elecciones del año entrante e, indirectamente, rumbo a 2024.
 
Pues es sabido que los candidatos mejores posicionados representan, a su vez, a notables personajes de la política mexicana que fantasean con una posible candidatura presidencial cuando López Obrador desocupe la silla del águila (si es que esto sucede). En ese tenor, con sendos intereses de por medio, las sombras de inestabilidad y fractura interna comienzan a apoderarse de los pasillos de la sede del partido en el poder y, en consecuencia, se antoja difícil que cualquiera que sea el resultado, lo reconozcan los grupos antagónicos que participan en la contienda.