Hace ya unos días, vi la película "Pasante de Moda*, con Robert de Niro y Anne Hathaway, una película de corte comedia, ligera y relajante, para los que ya la vieron, estupendo, para los que no, la decisión es suya, ni la recomiendo ni la califico, simplemente, cada quién sus gustos.
En sí, el hecho de que haga mención a la cinta, es el hecho de que trata de un viudo jubilado, de 70 años, que no sabe qué hacer con su vida ya que la inactividad le aburre.
Y eso es lo que más me llamó la atención, ya que me hizo recordar a mi compadre, Jaime del Valle, que en paz descanse y a un buen amigo, José Galindo, ambos jubilados antes de los 60 años, ambos pertenecientes a la extinta Compañía de Luz y Fuerza.
Los dos habían hecho planes para cuando llegara el momento de su jubilación, Jaime, pensaba dedicarse a la compra venta de automóviles, ya que conocía bastante del tema.
Pepe, por su parte, quería montar un pequeño negocio y seguir adelante, la cuestión es que ninguno de los dos llevó adelante sus planes, mi compadre se dedicó a visitar amigos, familiares y a largos ratos de ocio en los que terminaba aburrido, José, se dedicó a la mecánica automotriz ayudando a algunas amistades que le dieron cabida en su taller.
Y aunque eso debió haberme hecho reflexionar sobre lo que me esperaba a mí a la jubilación, no fue así, y es que los que nos dedicamos a escribir, no tenemos fecha de caducidad, si bien nos pueden jubilar, siempre podremos seguir laborando en lo que tanto nos gusta y es parte de nuestro diario vivir, es la fortaleza de nuestra mente y es la vitamina que nos hace continuar.
Sin importar la edad que se tenga se pueden cubrir las fuentes, se pueden acompañar las giras electorales, se pueden escribir notas, columnas, editoriales, reseñas, en fin, la gama es infinita y mientras se cuente con la capacidad de hacerlo, los periodistas y reporteros ahí estaremos.
Lo vital es no perder la perspectiva y mantener la mente abierta, ver y analizar los acontecimientos y desglosarlos en forma de nota, incluso, asistir a lo que llaman "Chacaleo" y la verdad no veo la base de este término, ya que no somos chacales, no vamos por carroña, ni buscamos, como los políticos, a los más débiles y vulnerables, los reporteros, entrevistadores y periodistas, somos buscadores de la verdad, conciencia de los que nos mienten día con día.
Es más, si se le quiere poner un nombre, al momento del cuestionamiento a cualquier personaje, debería ser el "risometro" porque dan risa las tonterías que responden los personajes entrevistados, pensando tal vez que los reporteros estamos retrasados mentales o de plano somos muy pendejos para creer en sus estupideces, y no importa a que medio pertenezcan, político, del espectáculo, deportivo, todos siempre quieren engañar, todos mienten, todos se ocultan, ya sea tras de una sonrisa o tras del insulto, vamos, su mentalidad es tan corta que hasta detrás de la agresión física.
Y aún así, no hay edad para el retiro, sobre todo cuando se compensa juventud con experiencia, cuando ya se han recorrido los mismos caminos, con diferentes personajes, en muchísimas ocasiones, es cuando lo que se llama "el colmillo" sale a relucir, brota implacable.
Lamentablemente, son muy pocas profesiones y oficios, en los que se puede seguir laborando después de cierta edad y lo más lamentable aún, es la porquería de pensión que se les otorga a estas personas que han laborado durante muchos años para alguna empresa.
Al contrario de los políticos, que no esperan la jubilación, porque sin importar la edad que tengan siguen cometiendo las mismas raterías y los mismos abusos, es más, entre más viejos, más pendejos y los ejemplos están a la vista día con día en la política mexicana.
Tal parece que la edad no les dio experiencia, tal parece que el oficio no les dio capacidad, tal parece que se encasillaron mentalmente en una época determinada y no se dieron cuenta de los cambios a su alrededor, simplemente quieren vivir como en esa época que creen estar viviendo.
Los políticos no piensan jubilarse, por el contrario, quisieran ser eternos, a tal grado que no les importa provocar lástimas y comentarios por sus declaraciones, incluso por sus posturas y es que, sin importar los estudios y la preparación que tengan, sus intervenciones ante los micrófonos dejan mucho que pensar sobre sus capacidades mentales.
Por humanidad, los políticos y las políticas, especialmente mexicanos y mexicanas, sí deberían tener fecha de caducidad y no por su edad física, sino por su capacidad mental, por su veracidad, por su desempeño, por sus logros, por sus alcances.
¿De qué nos sirve un funcionario, diputado o senador, de la edad que sea si no hace nada? ¿Para qué ocupa un cargo que bien podría llenar otro personaje que en realidad busque el bien del país?
Lo peor de todo, es que estos inútiles quieren perpetuarse en el poder como ya saben quién, ¿o no Néstor Núñez y todos los que están buscando la reelección?
Así que sin importar la edad que tengan, los funcionarios públicos tienen un deber, una obligación que adquirieron con el cargo, un diputado borracho que amenaza a las autoridades por detenerlo, no sólo merece la cárcel, sino que además que lo jubilen, lo mismo todos esos lambiscones que abiertamente le besan las patas al mandatario.
Hay que recordar que la palabra Jubilar, viene del latín: jubileo, festividad celebrada cada 50 años, porque la jubilación se daba tras 50 años de servicio, y esa es la clave, de servicio, no de perjuicio.
Y los que han laborado ese tiempo o más, merecen descansar si así lo desean, pero los que por compadrazgo, lazos familiares, recomendaciones o lo que sea, no están a la altura de su cargo, deberían ser jubilados y retirados de cargos que sólo perjudican en lugar de ayudar a la gente que les paga su salario.
Por ejemplo: ¿Alguien me podría hablar de un funcionario de las últimas tres administraciones que haya hecho algo destacado como para ponerlo de ejemplo?
O más directamente ¿Qué ha hecho Mario Delgado, fuera de lambisconear, para merecer un cargo público o para seguir enchinchando en la política?
Ahí se los dejo de tarea… yo… por hoy… me jubilo.