Desde el ataúd de mis recuerdos
El calendario se mide por días, semanas, meses y años, la historia se mide por las fechas en las que sucedieron los acontecimientos que deben registrarse como históricos.
Las personas miden su existencia por años y por tal motivo eligen la fecha de su nacimiento para festejarse por un año más de vida, aunque debiera ser un año menos a sus vidas.
No obstante, de acuerdo al calendario los días pasan, las semanas se van, los meses se esfuman y los años se acumulan en los que continuamos en la brega.
Es por ese motivo que de cuando en cuando mi memoria comienza a jugar conmigo y me hace recordar momentos que de una o de otra forma siguieron presentes como si los hubiera vivido el día anterior, o simplemente es la experiencia adquirida con el paso del tiempo la que me hace reflexionar sobre él mismo.
Recuerdos y anécdotas que pienso compartir con ustedes, contándoles desde mi punto de vista todos esos cambios que han ido formando el país que ahora conocemos, esos cambios que en su mayoría han sido para mejorar nuestro estilo de vida, cambios que nos permiten tener mayores expectativas de sobrevivir por muchos años más.
Y es precisamente en el inicio de semana, los días lunes en que les presentaré todos estos momentos de una historia no tan lejana y que parecemos ir olvidando poco a poco, como un cadáver al que se sepulta para nunca más volver a él.
Como esta mañana en que sin poderlo remediar me hice una propuesta que tiene tintes de indecorosa, y me dije: Imaginate por un momento que hubieras nacido en el año 1900.
Cuando cumpliste 14 años daba comienzo la Primera Guerra Mundial, esa donde surgió Hitler, de quién hablaremos más adelante, pues tal contienda termina cuando cumples los 18 años y deja un saldo de 22 millones de muertos.
Poco después aparece una pandemia mundial, como la que vivimos ahora y que llevó por nombre el de “la Gripe Española”, matando a 50 millones de personas en todo el mundo. Y por el motivo que haya sido, sigues vivo y con 20 años de edad.
Por esos mismos años, la prohibición de venta de licor, conocida como la ley seca, en los Estados Unidos, dando paso a la relevancia de la mafia estadounidense, que por los enfrentamientos entre ellos se sumaron más de 1200 muertos.
Cuando tienes 29 años sobrevives a la crisis económica mundial que comenzó con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, ocasionando inflación, desempleo y hambruna.
Cuando tienes 33 años los Nazis llegan al poder, es donde nuevamente surge Adolfo Hitler, el mismo que durante la primera guerra mundial fue un cabo del ejército alemán sin pena ni gloria, pero quedó tan resentido que iba a propiciar que la guerra mundial siguiera.
Cuando tienes 39 años comienza la Segunda Guerra Mundial, originada principalmente por el desmedido odio que el resentido y vengativo führer alemán, Adolfo Hitler sentía por el pueblo judío y termina cuando tienes 45 años con un saldo de 60 millones de muertos.
En el Holocausto mueren 6 millones de judíos, objetivo principal en la desequilibrada mente del líder alemán que tenía en mente exterminar a todo el pueblo judío.
Cuando tienes 52 años comienza la guerra de Corea, que costó la vida a más de 3 millones de coreanos, el 80 % de ellos eran civiles, 700.000 chinos y 57.000 miembros de las fuerzas de la ONU y devastó todo el país en una de las guerras más sangrientas de la historia.
Al llegar a los 57 años, un sismo provoca alarma en la población nacional y deja un saldo oficial de 700 muertos y 2 500 heridos, pero tú sigues con vida.
Finalmente, cuando ya tienes 64 años y esperas la jubilación, comienza la guerra de Vietnam y termina cuando tienes 75 años con un saldo de muertos de entre los 3.5 a los 5.7 millones de personas, estados unidos declaró un total de 69 mil bajas.
Para cuando tienes 85 años de edad y crees que ya lo has visto todo, un nuevo sismo
Es tal vez por eso que un niño nacido en 1985 piensa que sus abuelos no tienen la menor idea de lo difícil que es la vida, pero ellos han sobrevivido a varias guerras y catástrofes que han diezmado a la población mundial.
Hoy nos encontramos con todas las comodidades en un mundo nuevo, en medio de una nueva pandemia. La gente se queja porque se deben quedar confinados en sus casas, tienen electricidad, celular, comida, agua caliente y un techo seguro sobre sus cabezas.
Nada de eso existía en otros tiempos. Pero la humanidad sobrevivió esas circunstancias y nunca perdieron su alegría de vivir, sus ganas de luchar por seguir adelante.
Hoy nos quejamos porque tenemos que usar tapabocas para entrar a los supermercados, para abordar el transporte público, para caminar por las calles.
Un pequeño cambio en nuestra perspectiva puede obrar milagros.
Vamos a agradecer tu y yo que estamos vivos y vamos a hacer todo lo necesario para protegernos y ayudarnos mutuamente.