“ni a mentadas de madre, gané”
Alfredo Adame,
el candidato más mentado de la campaña.
Todo estaba listo, las banderas, los pendones, la banda de guerra, los invitados de honor, las vallas afuera del recinto oficial, las avenidas cerradas a dos cuadras del National Palace, el Zócalo vacío, gris, fúnebre queriendo ser solemne.
¡Ya vine la VP! Se oyó decir en los 1000 chícharos del Estado Mayor Presidencial que hoy se llama Ayudantía, servicios de seguridad, limpieza y atención a la familia real. De inmediato los escoltas se pusieron a las vivas, volteaban a todos lados y a ninguno, buscaban ventanas abiertas, gente con sombrillas abiertas -pero si no había gente- de todos modos, la buscaban. Desde los techos de los palacios e iglesias aledaños y del propio Nacional Palace, los francotiradores estaban con sus binoculares buscando el futuro, el porvenir o la amenaza, el ataque contra la VP de los estados Unidos de Norteamérica.
El evento de recepción no lo vio el que narra este capítulo de la historia, porque no fue invitado, pero dicen los que sí estuvieron que la facha del inquilino del National Palace estaba para llorar, zapatos sucios, pantalón sin planchar y desalineado, saco del traje mal acomodado, en fin, ni en sus peores películas, Cantinflas se veía así. Pero lo peor de lo peor fue cuando el padre de la nación, Manuel Andrés, le dijo “presidente Kabala” a la vicepresidenta kamala.
¿En serio dijo eso? Pregunté a mis fuentes del patio central que atestiguaron semejante dislate presidencial; hay versiones de que Ebrard, todo un caballerito de estilo francés, hizo una mueca de sonrisa como queriendo decir, “que bromista es mi preciso”. Pero como dijera Maicol Corleone: “¡no Apolonia, no!”.
Todo fue un desastre, pobre Manuel, cuentan los oídos de los pasillos del salón embajadores, que doña Betty, le decía: “Pero ¡Manuel! ¿cuántas veces lo ensayamos?, ¡cuántas!, dormimos hasta las diez de la noche de ayer, ensayando y ensayando; pero tú y tu cabezota de olmeca, nomás pensando en las votaciones. No tienes arreglo, ¡ya me tienes hasta aquí!”
Pobre Manuel, no tiene arreglo.
Hugo se va, la pandemia sigue.
Si el diez de junio es un examen de memoria colectiva, el once será de olvido. El joven maravilla del canal de las estrellas, Hugo López-Gatell dejó las conferencias vespertinas que tanta oscuridad, opacidad y frustración generaron. Se acabó, ya, tan-tán, final de finales, no habrá una segunda temporada; a menos que la multi esperada tercera ola de la pandemia llegue y el joven científico tenga que volver a darnos Ribotril a los mexicanos con sus conferencias desinformativas.
Hugo se va desgastado, confrontado, en plena neurosis; la periodista Peniley fue la que puso el semáforo en rojo lava del Paricutín; las preguntas de la reportera lo hicieron perder los estribos, el volante, las direccionales, la palanca de velocidades, los espejos y hasta el asiento de sus conferencias. Se enojó, hizo uso de su sarcasmo violento, por cierto, mucho muy lejano, al que deslizaba el clásico Daniel Cosío Villegas.
Pero la pandemia sigue, los muertos ahí están, entre 250 y 600 mil de febrero del 2020 a junio de 2021. Son muchos dicen los dolidos, el pueblo con familias incompletas, las viudas, los huérfanos, los padres sin hijos. Son pocos los que tiene el anillo en el dedo, los promotores del “detente”, los fanáticos de dar abrazos, de negarse a usar el cubrebocas, los seguidores de la estupidez y de la manipulación marca “partido nacional socialista.”
La clase media de la CDMX.
Y el padre de la patria, Manuel Andrés pues nomás no entiende, no comprende, no asimila, no le gira la ardilla, no le cranean las ideas. Y ante esta explosiva ausencia de racionalidad pues surge el sentimiento, el filing, la emoción que llega hasta las lágrimas. Entonces, en este torbellino de emociones, el que decía ser antes presidente del gobierno, ahora presidente de morena sale loco de contento a defender sus victorias, sus votos, sus casillas, el 6 de junio le pertenece. Es tanta la emoción en su estómago, hígado, colon, páncreas y duodenos que incluso dijo “el crimen organizado se portó bien”, la verdad es que en su corazón palpitaban estas palabras: “mis chavos, con sus metralletas, dejaron el plomo por el voto, el secuestro por el civismo, la violencia por la participación, gracias a Ovidio, al Mencho, al Tinajas, y al Chocoflan por sus cívicas y democráticas participaciones y aportaciones a la república”.
Pero alguien o algunos le calentaron al cabeza al presidente del movimiento de regeneración nacional y le recordaron el trabajo sucio, perverso y traidor de la clase media; entonces el jueves, todo furibundo y desencajado, acude a su conferencia de prensa a decir que somos, sí, nosotros, me incluyo, la clase media, los culpables de que su mensaje de odio nos entre por un oído y nos salga por el otro.
Somos la clase media que pasamos a su lado con cruel indiferencia y nuestros ojos ni siquiera voltearon hacia él. Y ese nivel de desprecio no lo soporta, no lo asimila, no lo entiende en su corazón narcisista. Su argumento viene de las entrañas más profundas: “aspiracioncita y egoísta” ¡sopas!
El padre del pueblo bueno está caliente, enojado, desarticulado; se le endurece la cerviz cuando se entera de que la clase media lee, estudia, se preparan, pagan sus impuestos, ponen un changarro, genera el 60% de empleos, consume gasolina, luz, gas y alimentos, ropa y genera producto interno bruto; no soporta que leamos periódicos, que usemos las redes sociales, que tengamos libros de historia, novelas clásicas, que aprendamos de los analistas e historiadores contemporáneos.
Para el padre de los pobres, nosotros los clase medieros somos los traidores a la patria. Ya oigo a doña Claudia que está cubierta de pilares de oro y plata: “pudieron más la mafia del poder, las campañas de odio y desinformación; que la verdad de nuestros corazones. Aprendan de los de Tláhuac, viven incidentes donde mueren decenas de personas y al otro día votan por nosotros, eso es estoicismo y amor a México.
Señor Manuel, señora Claudia, nosotros los clase medieros nos juntamos en nuestras casas, platicamos con nuestros familiares, vecinos, amigos y con mucha gente más; entre otras cosas les decíamos, no voten por morena, no voten por el partido que protege a un presunto violador, por un grupo político que es cobarde ante la delincuencia organizada, irresponsable ante la tragedia e ineficiente ante la pandemia.
Sí, sí, sí, sí lo dijimos y lo repetimos y lo conversamos en voz alta frente al carnicero, el pollero, en la fila de las tortillas, en la panadería, en todos lados para que la gente alrededor nos escuchara. Sí señor y señora, sí nos organizamos y nos dimos a la tarea de organizar a otros, a más, a los indecisos, a los incrédulos, a los apáticos, a toda la clase media, media baja y a los pobres. Convencimos: A los que se les mueren sus hijos por no tener dinero para pagar quimios. A los que están desempleados. A los que dejaron de estudiar por no tener para pagar internet. A los que están hasta la madre de sus mentiras, dislates y manipulaciones.
Y lo que es mejor, no le vamos a parar, no nos vamos a callar, ni los vamos a dejar que hagan del país lo que quieran, aquí vamos a estar, no nos vamos a ir, porque este es nuestro país, no es de ustedes, ni de su partido ni de Bartlett, Napito, el wey de Salgado, el misógino de Ackerman y sus mansiones, del fanático de Gibran y sus delirios. El tiro está cantado; hay clase media para mucho rato o como dijera Humphrey Bogart: "Siempre tendremos París"
La última y nos vamos….
Es oficial, redes sociales progresistas y sus mastines golpeadores, fuerza por México y su rosa mexicano y el partido de encuentro solidario con su pastor, Hugo Erick: se van, pierden el registro. Nos costaron casi mil millones de pesos.
Morena pierde tres satélites, Ricardo Monreal y su sindicalista (jajajajajaja) Pedro Haces pierden su franquicia empresarial, Elba Esther pierde su partido familiar y Hugo flores el púlpito. Esta democracia clasemediera, me está gustando.
Hasta el próximo domingo.