“Si un traidor puede más que unos cuántos
que esos cuántos,
no lo olviden fácilmente.”
León Guieco.
Ayer con tristeza e impotencia leía a Sergio Ramírez, nicaragüense, hombre que luchó por la libertad, que fue parte de la comandancia Sandinista que sacó del poder al tirano Anastasio Somoza en junio de 1979. Quién entre otras cosas decía que el sandinismo hoy es un concepto de opresión, persecusión, exilio, terror y muerte.
Su declaración al periódico español “El País” simplemente me conmovió mis emociones.
Entre 1978-1979 estudiaba el sexto grado de primaria, en casa llegaba cotidianamente el periódico “Excélsior” y todos los días me comía con los ojos las noticias del movimiento guerrillero en aquel país centroamericano. La ofensiva del 78, la caída de Estelí, la lucha calle por calle de Tegucigalpa, las barricadas en León, Managua.
Los reveses que sufrían los militares de la somocista guardia nacional, un ejército sin moral ni gloria, un grupo de uniformados que no gozaban de ningún prestigio después de la matanza del 24 de Diciembre de 1975.
Del otro lado de las barricadas, los jóvenes universitarios, los campesinos, la temible clase medía, los intelectuales, los profesores, las madres de los hijos caídos, los guerrilleros con moral y ética, con sentido social y colectivo. Sí, el Frente Sandinista de Liberación Nacional era todo aquello que luchaba con ideas y rifles contra la represión, el asesinato, la cárcel, el exilio de quienes pensaban diferente y hacían política contra el dictador.
Tenemos que rescatar el valor, el sentido y significado del sandinismo en América. Su valor social, político y heróico de esas gestas que permitieron en julio del 79 que las columnas guerrilleras tomarán, en la ofensiva final, la capital del país y se largara para Miami el tirano.
Daniel Ortega y su esposa han decidio desde hace 13 años abandonar el sandinismo y oficializar a la nueva dictadura orteguista. El nuevo dictador es la esencia de lo equivocado de la izquierda en el poder que se transforma en oligarquía, persigue a sus opositores y encarcela a los candidatos presidenciales de la oposición.
¿Cuál es la diferencia entre Anastasio Somoza y Daniel Ortega? Su apellido. Pero tienen la misma genética del opresor, del mandamás, del único, omnipotente y omnipresente dictador. Ayer Somoza fue títere de los gringos, hoy Ortega es títere de Cuba y Venezuela.
César Sandino, de cuyo nombre proviene el sandinismo fue un luchador contra el imperialismo norteamericano y su invasión armada, murió asesinado por el viejo Somoza, padre de Anastasio allá por la década de los años veinte del siglo pasado. Cuarenta años después, el activista Ernesto Fonseca crea el Frente Sandinista para derrocar a la dinastía dictatorial.
Por lo tanto, aunque Ortega y su camarilla de asesinos pretendan desprestigiar el nombre de uno de los movimientos más paradigmáticos de la historia de América, su intención no fructificará.
Hoy el sandinismo vive en los opositores encarcelados, desaparecidos, asesinados. El sandinismo está en los universitarios, obreros y campesinos. El sandinismo se fundamenta en los demócratas que exigen elecciones libres. El sandinismo vive en cada mujer y hombre que lucha por la justicia, la igualdad y el respeto a los derechos humanos.
En la década de los setenta y ochenta, muchos fuimos Sandinistas, hoy volvemos para luchar contra la opresión del dictador y traidor Daniel Ortega.
”El mañana dejó de ser una tentación”. Ernesto Fonseca.
Ciudad de México a 28 de junio del 2021.