LIC. EFRAÍN COTA MONTAÑO,
SECRETARIO EJECUTIVO,
SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA:
+Si no detenemos esa escoria, acabaremos trabajando para ellos
De la película Infierno del Crimen
Sólo en foto visto las balas calibre .50; tienen el tamaño de un cigarrillo, fueron usadas en la Guerra de Irak y pueden derribar un helicóptero. Desde hace una década, los rifles de asalto .50 son los favoritos de los narcos y cruzan la frontera México-EUA con facilidad pasmosa.
Más allá de la corrupción de nuestras aduanas, hay otros factores del lado norte que facilitan el tráfico ilegal de armas.
Como usted sabe, don Efraín, hay muchas armerías legales en Estados Unidos y la munición se puede comprar hasta en el supermercado. Eso, sin contar las ventas on line.
Hasta ahí todo iría bien, don Efraín, si no es porque parte de la producción de ese armamento -no hablo de pistolas comunes- llega a México de forma ilegal para uso y deleite del crimen organizado (CO).
Me sorprende cómo funciona. El CO se vale de intermediarios que ubican a ciudadanos estadounidenses emproblemados pero sin antecedentes penales, para que adquieran el armamento y lo pasen a México. Por cada arma -de acuerdo con The Washington Post- pagan 500 dólares.
Los rifles de asalto, completos o sin ensamblar, se transportan en compartimentos secretos dentro de autos particulares que difícilmente son revisados, dado el volumen de cruces que ocurren en los puestos fronterizos. Tan sólo en Tijuana, 300 mil autos pasan diariamente de un lado al otro.
Desde hace años y ante la presión de EUA por que México meta en cintura el tráfico de drogas, nuestro país ha insistido a su vecino que sea más estricto con el trasiego de armas. México pidió la instalación escáneres en los cruces, lo cual no ha ocurrido porque -según EUA- la burocracia mexicana no los deja avanzar. Vaya usted a saber.
De acuerdo con datos de la Agencia para el Tabaco y el Alcohol de EUA, en 2020 los decomisos crecieron 400 por ciento, que sólo representa el 0.1 por ciento de las 250 mil armas introducidas a nuestro país. Imagínese la capacidad financiera del CO si cada rifle .50 cuesta entre 10 mil y 20 mil dólares.
Como sea, 70 por ciento de las armas encontradas en escenas de crímenes ocurridos en México fueron compradas “legalmente” en Texas o Arizona.
Después de varios acercamientos entre las autoridades de ambos países, la muerte declarada de la Iniciativa Mérida y la presión de la administración Biden para que México controle al CO, el canciller Marcelo Ebrard recientemente interpuso ante el Tribunal de Massachusetts una demanda en contra de once fabricantes de armas en EUA, por “prácticas comerciales negligentes e ilícitas”.
La demanda difícilmente prosperará porque un estatuto federal protege a los fabricantes de cualquier responsabilidad respecto de lo que los compradores hagan con el armamento. Pero mientras el tribunal decide, el tema del tráfico ilegal de armas calentará la agenda bilateral.
Más allá de abrazos, no balazos, las autoridades mexicanas plantearon a sus contrapartes que en vez de capturar cabezas que luego se reproducen por 20, la prioridad es reducir los homicidios, incautar químicos para la producción de drogas y reducir el tráfico ilegal de armamento. México no puede seguir dando ventaja al CO, que ya casi tiene mejor armamento que nuestras FFAA.
El problema es mutuo; allá adictos, acá muertos y desgobierno. Así que se trata de cooperar, porque como bien dijo un alto funcionario militar a sus contrapartes gringas, según TWP:
“¿Y si hiciéramos tan poco por detener las drogas como ustedes para detener las armas?”
Dando y dando, dice el refrán.
Investigación: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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