Testigo Internacional
“Hacemos un enérgico reclamo” se escuchó decir al conjunto de países que integran la Unión Europea en cuanto se enteraron del espionaje que EE. UU. realiza a sus legaciones con motivo de las negociaciones comerciales que ambos sostienen para crear el tratado de libre comercio que los dotaría de vitalidad frente al poderío chino. Sin embargo, más tardó en llegar ese reclamo a la costa de Nueva York que los países europeos en desdecirse y demostrar su sometimiento a las prácticas que decían aborrecer.
No hay duda que Edward Snowden, quien reveló el espionaje practicado por EE. UU. a los usuarios de la Internet, se ha convertido en el principal objetivo de la política exterior estadounidense, ya que sobre él se cierne la frenética persecución que es capaz de desarrollar el país más poderoso del mundo en aras de callarlo. Por ello, EE. UU. ha desplegado todas las tácticas a su alcance para tratar de aislarlo y regresarlo a su suelo, donde se ha puesto en duda la imparcialidad de la justicia.
Con ese objetivo, la inteligencia estadounidense obligó a Francia, España, Italia y Portugal a negar el paso por su territorio de la aeronave del presidente Evo Morales, quien regresaba a Bolivia tras haber participado en la segunda cumbre de países exportadores de gas que tuvo lugar en Rusia. Ello se debió a que se sospechaba que Snowden podía encontrarse en la aeronave boliviana, la cual logró aterrizar en Viena, Austria, en donde fue retenida, violentando con ello la inmunidad que posee todo Jefe de Estado.
Me pregunto si esos países hubieran actuado de la misma forma si se hubiera tratado del Air Force One de Estados Unidos o del Airbus A-340 de la canciller alemana Angela Merkel.
Ello sienta un grave precedente que no debiera ser pasado por alto en la comunidad internacional, pues se puso en peligro la integridad de un Jefe de Estado y se violó el derecho internacional consuetudinario por privilegiar los intereses de EE. UU. ¿Qué evitará que mañana se haga lo mismo con cualquier otro Jefe de Estado?
La piedra angular de esta inmunidad se encuentra en el principio par in parem non habet imperium, es decir, un Estado no puede ejercer sus poderes sobre un Estado extranjero en el territorio del primero. Y como podrá apreciar amable lector, éste es el caso al pretender someter a Morales, su comitiva y su medio de transporte a la jurisdicción austriaca.
Del artículo 22.3 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas se desprende que los medios de transporte de una legación extranjera no puede ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución.
Este hecho resulta inadmisible, ya que los privilegios e inmunidades diplomáticas contribuyen al desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones, prescindiendo de las diferencias que pudiera haber entre ellas.
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