PENSANDO EN: Nacionalismo. 2013-07-17

PENSANDO EN:

Jaime Aguilar Álvarez M.

Nacionalismo.

El concepto es producto de la identificación de los miembros de una sociedad con un País de origen, un territorio, una lengua, ideales, valores y tradiciones comunes y símbolos patrios que los hace ser únicos.

En una primera etapa el nacionalismo tiene como principal objetivo la Independencia. Una vez obtenida ésta, el esfuerzo se centra en la construcción de un estado no sólo libre sino también soberano.

Lograda la Independencia, la lucha se da por una organización política interna, que define el tipo y estructura de gobierno y crea mecanismos para establecer la obligación del estado de reconocer y garantizar los derechos de los individuos, pero también y de forma muy importante los derechos sociales. Un gobierno que garantice altos niveles de justicia, seguridad y bienestar a sus ciudadanos y evite las extremas desigualdades en lo político, lo económico y lo social.

Con lo anterior se conforma la identidad nacional que proporciona a una sociedad y a sus miembros singularidad ante otras naciones.

En un mundo en donde la democracia es uno de los principales agentes legitimadores, no puede pensarse en estados que no tengan espacios para representar los intereses legítimos de sus habitantes.

En la época de la globalización son las naciones el espacio a donde se ejecutan los programas que se instrumentan para resolver los problemas que efectivamente son globales, como por ejemplo: el cambio climático, los riesgos de la energía nuclear, la cada vez mayor desigualdad entre los países ricos y los países pobres, el que los avances tecnológicos estén al servicio de la libertad y calidad de vida del hombre etc…

Cuando haya que negociar para construir los consensos, habrá que oír y respetar las posiciones nacionales de todos los países.

De no ser así, que cerca estaríamos del “Fascismo Global” entendiendo éste como una actitud hostil a la democracia, en este caso global, hostil a los derechos de los pueblos. Estaríamos ante la superioridad de una comunidad política, económica o social que excluye a todos los que no pertenecen a ella y con un “Jefecarismático que se abroga la representación del destino de todos.

Hoy para responder al reto inaplazable de la globalización, le toca a la Nación atender en lo interno las adecuaciones que la sociedad exige: avanzar de una Democracia representativa a una participativa; a una organización del gobierno que le permita tener una mayor cercanía con el individuo; a el reconocimiento de los derechos individuales de los habitantes; a la impostergable obligación de garantizar los derechos humanos a través de la justicia, la seguridad y la justa repartición de la riqueza.

Hagamos más fuerte nuestra identidad nacional y sin atropellar los intereses “de los otros” exijamos nuestra participación, primero en la toma de decisiones sobre los problemas globales y segundo, sobre el aprovechamiento de los beneficios de la misma. De esta manera el proceso   responderá a los intereses de la Nación.