El excepcionalismo americano está llegando a su fin. El discurso de Barack Obama el pasado miércoles en West Point para ensalzar el liderazgo de su país no causó sorpresa. Más bien generó dudas. Ni entre los socios tradicionales de EU en la Unión Europea, ni con el resto del mundo. Porque falta visión o aterrizaje.
La política exterior de Obama adolece de un tremendo descrédito, ya por sus promesas incumplidas como por sus acciones erróneas. Pero no hay credibilidad porque tampoco hegemonía, y la debacle se acerca.
¿Quién le pone el cascabel al gato? No lo requiere ya.
Cierto que los errores vienen de atrás. Por lo menos desde los presidentes Bush. Tanto la crisis económica como los traspiés cometidos por las guerras —¡qué decir de los pretextos!, contra Irak y Afganistán— y recién en Ucrania. Pero no sólo ahí.
Algo similar le ha sucedido en Asia Pacífico. Pese a su fuerte presencia y una serie de acciones (ensayos) militares, o la ofensiva en contra de Corea del Norte o la propia China —aún con el apoyo de Japón—, sirve de tanto. Como tampoco rodear a Rusia le ha resultado sencillo.
Como que más bien, dicho sea para sentar bases y evaluar la política exterior de EU desde el punto de vista de la geopolítica, las ofensivas militarizadas fallidas en el mismo tenor de la Guerra Fría o de suponerse hegemónico para mover el abanico y eje de la unipolaridad, es lo que resulta ilusorio a estas alturas.
No es buen augurio, pero sí buenas noticias. No buenas porque la fiera herida es peligrosa. Mejores porque en la geopolítica ha comenzado a dar, como se dice, patadas de ahogado. Por eso como que nada le resulta a Obama; pero en realidad a quien no le salen ya las cosas es a su clase dirigente: banqueros, financistas, republicanos y demócratas y demás políticos. Y no únicamente en términos económicos; ya perdieron la brújula.
Resulta que el aniversario de West Point, que tradicionalmente sirve para ensalzar a EU en materia de política exterior por su preeminencia global —el heroísmo también— pasó de noche. Ni una chispa alumbró a Obama, o sus interlocutores. Antes ni después.
Es más. Resulta que incluso personajes como el exvicepresidente Dick Cheney se equivoca. Para él Obama es el presidente más “débil” visto en su vida; “muy débil”, declaró a Fox News hace unos días. Y porque la “precepción” cada vez más negativa en el mundo es que el “foco está en el presidente”.
Algo atinado editorializó el New York Times el pasado 29 de mayo. El diario refirió la falta de “sentido estratégico” de Obama en la Academia Militar. Fracasó en el intento de acallar las críticas sobre sus relaciones con el mundo. Si bien señaló que no todos los problemas tienen una solución “militarista”. Pero no respondió al “papel” que juega EU en el mundo actual.
Y es verdad, ni Obama, sus asesores, ni los estrategas tradicionales atinan qué está pasando. Como en relato, porque “nadie sabe nadie supo”. Pero el rol de EU en el mundo está en jaque. Es lo que viene tras el desgaste. Pasa que el excepcionalismo, como la hegemonía y el unilateralismo están llegando a su fin.
¿Por qué la debacle? Porque EU se está quedando fuera de los nuevos escenarios estratégicos mundiales, y de la geopolítica también. La crisis es más profunda de lo que parece, o se le endilga a Obama.
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