La muerte de la infancia

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La información es más accesible para cualquiera interesado en conseguirla. Cualquier suceso, circunstancia o situación que ocurre en un extremo del mundo, puede ser conocida en segundos al otro extremo si existe interés en conocerla. Las

barreras se rompen ante la presencia de tecnología, sólo agudizan ante la pobreza, en donde se ubican el mayor número de seres humanos del mundo, mismos que son susceptibles de sufrir las peores atrocidades, infringidas por el dominio de los poderosos, que ocultan los hechos y tratan de esconder sus funestas acciones.

En el espectro de la opacidad se esconde la violencia sexual infantil, y se escuda en los mitos, los tabúes y los prejuicios. Muestra de ello se encuentra en el Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños (http://www.unviolencestudy.org/), en donde la Organización Mundial de la Salud estimó que más de 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años, experimentaron relaciones sexuales forzadas u otras formas de violencia sexual con contacto físico.

Estas hechos son producto de complejas cadenas delincuenciales, que inician –mayoritariamente– en el circulo cercano a los menores y en los mecanismos de interrelación social a los que tienen acceso, como las redes sociales, que se han vuelto instrumentos idóneos para que bandas de tratantes y pedófilos se acerquen y acechen a niños y niñas que, confiados, aceptan amistades y, sin saberlo, ponen en riesgo su integridad y la seguridad de ellos y sus familias.

La delincuencia no encuentra límites en su funesto actuar. Comercia con la humanidad y con sus consciencias. No sólo venden lo prohibido, lo oculto, lo satanizado y todo aquello que se esconde en mitos e interpretaciones que pretenden generar una falsa e hipócrita moral, pero que –al final del día– no daña mas que a quién los consume; también trafica con la dignidad humana, cosificando personas, usándolos como mercancía de la que se puede disponer al antojo, permitiendo que las perversidades y las más bajas pasiones de la humanidad, bajo el auspicio del poder, la impunidad y la corrupción, esclavicen a seres humanos que inician su vida, teniendo como primera experiencia la violencia.

Los gobiernos deben de poner especial énfasis en el seguimiento a todo lo relacionado con la violencia sexual infantil. No bastan campañas pomposas que llenan de vítores a los políticos. Hace falta acción y poner a las instituciones verdaderamente al servicio de las causas más justas y una de ellas es, indiscutiblemente, salvaguardar la condición humana y sancionar a quienes cosifican a los seres humanos y los dispendian como mercancías desechables. Los niños y las niñas que formemos en el presente, serán los adultos que dirijan los destinos del mundo el día de mañana.

@AndresAguileraM