Las redes sociales han permitido que las llamadas “Teorías de la Conspiración” se extiendan de forma exponencial. Ciertamente la naturaleza de las mismas es explicar ciertos acontecimientos, sucedidos –o todavía por suceder–, ya sean percibidos o reales,
comúnmente de importancia política, social, económica o histórica, por medio de la existencia de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración y, generalmente, malintencionado. Para los teóricos de la conspiración, los sucesos importantes en la historia de la humanidad han sido controlados por manipuladores que organizan los acontecimientos desde «detrás de escena» y con motivos nefastos.
Así, una de las teorías conspirativas más populares es la del Nuevo Orden Mundial, en la que un grupo de notables plutócratas, han alterado el destino de las naciones del orbe al controlar los gobiernos a través de la imposición de personajes altamente manipulables, y quienes han alineado a varios países a beneficiar sus funestos intereses.
Ciertamente esta teoría conspirativa es altamente compleja pues implica hechos, suposiciones y conjeturas entrelazados de tal forma que la hacen –en cierta medida– lógica y aceptable. En esta medida, aunado a la difusión que se le ha dado en las redes sociales, es que esta teoría se ha socializado de forma exponencial. Hoy la gente la conoce más y la acepta, prácticamente, como hechos irrefutables.
¡Y cómo no van a incrementar los adeptos de estas teorías de la conspiración, si pareciera una explicación aceptable a las notables deficiencias que muestran las clases políticas y la mayoría de los gobiernos de las naciones del orbe!
No podemos negar que, en las últimas décadas, los encargados de dirigir las naciones –principalmente de los países occidentalizados– son agudamente incompetentes. Su profesionalización dista mucho de ser la óptima, por el contrario, pareciera que actualmente las instituciones de gobierno –insisto– de un gran número de naciones, tanto consolidadas como emergentes, son dirigidas por personajes que se caracterizan por ser poco preparados, descaradamente frívolos y altamente corruptos.
Ante esta situación, que lamentablemente pareciera ser sintomática de la evolución de las organizaciones estatales del orbe, ha hecho que la profunda decepción que las personas tienen hacia lo gubernamental, encuentre una explicación medianamente razonable, y esta sea –precisamente– la existencia de una conspiración mundial para dominar a la humanidad en pos de los intereses mezquinos de una plutocracia mundial cuyo único objetivo es la dominación de la raza humana.
Lamentable el mundo en el que una teoría conspirativa tiene más legitimidad que las clases gobernantes; pero más lamentable es que las personas encuentren mayor empatía con la especulación y la sospecha, que con quienes tienen la obligación de garantizarles seguridad.
@AndresAguileraM