El Estado y sus razones
La semana pasada, el otrora Coordinador Parlamentario del Partido Acción Nacional en el Senado de la República, Jorge Luis Preciado Rodríguez, presentó una iniciativa que alarmó a propios y extraños en el ambiente político y gubernamental del país: pretende autorizar la posesión de armas tanto en los vehículos como en los negocios de las personas.
Tanto su propio partido como los demás dejaron solo al Senador colimense. Pocas fueron las voces que se pronunciaron a favor de esta iniciativa a la que, una gran mayoría de entrevistados consideraron –cuando menos– como una ocurrencia.
Ciertamente retornar a los tiempos en que la ley y el orden eran impuestos pistola en mano en territorios inhóspitos, no es la solución a un problema que, evidentemente, se ha generalizado en el país. La inseguridad rampante en la que vivimos millones de mexicanos es inocultable. La violencia se ha recrudecido y la impunidad va en aumento; y, desgraciadamente, el miedo en la población crece a pasos agigantados. Sin embargo, pese a ello, no debemos permitir que entremos a una fase de barbarie fundada en el miedo y las ocurrencias.
Hoy por hoy las principales urbes del país padecen de graves problemas de inseguridad. Primeramente, es por todos conocido que las grandes aglomeraciones urbanas provocan el recrudecimiento de la delincuencia; segundo, las políticas de prevención del delito no han dado los resultados planteados y, tercero –y creo, la más grave– la percepción de impunidad hace que la sensación de inseguridad crezca entre la población. De igual manera, las zonas rurales se han vuelto refugio de grupos delincuenciales que, organizados de formas paramilitares, ejercen terror y someten a las poblaciones más desprotegidas del país, en una dictadura de terror.
Aunado a lo anterior, la desconfianza en las autoridades y la deslegitimación del gobierno, hacen que la población padezca de una zozobra constante y, evidentemente, de una percepción de inseguridad que se materializa en miedo y descontento.
Ante este panorama, cualquier iniciativa que aparente generar un empoderamiento de la ciudadanía para defenderse de un mal inminente, siempre será bien recibido. En las redes sociales, diariamente, existen mensajes, publicaciones e imágenes, que incrementan el temor en la población. Asimismo, las notas alarmantes en los diarios, radio y televisión, incrementan una psicosis colectiva. Sin embargo –en estas condiciones– “pistolizar” a la sociedad, para combatir la creciente “criminalidad”. Abriríamos la puerta a que el miedo, la psicosis y la paranoia colectivas en las que vivimos, genere una guerra interna que, difícilmente, acabaría en un buen puerto.
@AndresAguileraM.