El pasado día el diario norteamericano “The Washington Post” publicó un articulo de opinión escrito por Jonathan Tepperman en el que hace un análisis sobre el actuar del Presidente Enrique Peña Nieto durante los primeros años de su mandato y se detiene –especialmente– en lo relativo al “Pacto por México”, que –a juicio del autor– ha sido
el mayor logro de esta administración, pues ello generó un gran pacto político en el que se dejaron atrás los intereses de los partidos y se encausaron para lograr las grandes reformas legislativas que, por falta de consensos, no se habían podido materializar.Afirma que “el gran éxito de Peña Nieto es algo que muchos gobiernos (incluido el americano) pueden sólo soñar: quitar el aplastante entrampado político que ha paralizado a los países por años”.
Ciertamente los logros legislativos y las implicaciones que éstas traerán consigo durante los siguientes años, será algo que difícilmente podremos apreciar y juzgar objetivamente en el corto plazo. Lo que sí fue un logro –y que no podemos escatimar– fue el haber hecho que los partidos políticos se unieran, negociaran y dejaran de lado –por lo menos durante los primeros años– sus ambiciones políticas y conjuntaran esfuerzos para materializar un nuevo marco jurídico nacional en temas estratégicos como: la energía, el fisco, lo laboral, lo financiero, las relativas a la procuración e impartición de justicia y, más recientemente, a crear un marco jurídico especializado en el combate a la corrupción. La mezquindad se hizo de lado, aunque fuera sólo temporalmente y, por primera vez en muchas décadas, los intereses nacionales prevalecieron sobre los partidistas.
Hoy por hoy el país nuevamente vive una convulsión política. Propiciada –en mucho– por los excesos, las corruptelas, las frivolidades y los errores cometidos desde la Presidencia de la República, que han llevado a que Enrique Peña Nieto sea uno de los presidentes más impopulares de la historia. Lo que creó el “Pacto por México” ha quedado enterrado en lo más profundo de la historia y de los pasillos legislativos. Los triunfos de la actual administración han sido opacados por los grandes errores y los escándalos de corrupción en los que el Jefe del Ejecutivo Federal se ha visto inmerso, todo ello aunado a la mezquindad y a la ferocidad con la que sus detractores políticos lo han atacado. Jamás en la historia de México, un Presidente de la República había sido tan vilipendiado como Enrique Peña Nieto, así como tampoco, ninguno, había sido tan expuesto mediáticamente.
México vive, nuevamente, en la vorágine electorera. Los partidos han afilado sus lanzas y se mantienen en pie de guerra. Las declaraciones a los medios son, ex profeso, para descalificarse. Las acusaciones de corrupción son las balas que se ocupan en una guerra fratricida, en la que, los grandes perdedores, serán los mexicanos que no encuentran identidad con ninguno de los partidos en disputa.
@AndresAguileraM