El mundo vive un momento de gran algidez política. El discurso anti-sistémico ha cobrado gran fuerza entre la población de las naciones. La gente evidentemente está desilusionada de sus gobiernos y, desgraciadamente, no es para menos. Los abusos de las clases gobernantes, tanto en naciones desarrolladas como en aquellas con
economías emergentes, son públicas y notorias; tanto, como su ineficiencia en generar condiciones de bienestar para las poblaciones de las naciones.
Desgraciadamente, las clases políticas –en todas las naciones– se han transformado en oligarquías a las que sus poblaciones perciben como parásitos, ya que viven gracias al esfuerzo conjunto de la población. En su mayoría, la gente tiene la sensación de ser robada por quienes ocupan las altas oficinas de gobierno, ya que no perciben mejoría alguna en su vida; por el contrario, al parecer de muchos, la situación social, política y económica de las naciones, va de mal en peor.
Insisto: no es para menos. Las variaciones mostradas en el Informe sobre Desarrollo Humano 2015, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, muestran que las variaciones del índice de bienestar entre los países evaluadas, no es mayor al 3% con respecto al año anterior. Es decir: no hay variación, no hay bienestar y no hay mejora palpable en las sociedades del orbe, por lo que podemos afirmar –de forma categórica– que los gobiernos no están generando ya condiciones de bienestar.
Muchos pro-neoliberales podrán afirmar que esto obedece a un proceso de ajuste de las sociedades a las condiciones de libre mercado del orbe; sin embargo, no podemos dejar de lado un hecho innegable: se propició la creación de los gobiernos para brindar certeza y seguridad a las poblaciones que los legitiman y sostienen, no para favorecer el canibalismo y la segregación que genera una libertad mal comprendida, basada en la capacidad económica de los sectores productivos y de servicios transnacionales.
Las sociedades del mundo no están dispuestas a tolerar que los grandes intereses económicos se impongan al anhelo de bienestar general. Muestra de ello se presenta en los últimos ejercicios democráticos de relevancia en el mundo. El Brexit, el referéndum colombiano por la aceptación del acuerdo de paz con las FARC y, recientemente, la elección de Donald J. Trump como el 45º Presiente de los Estados Unidos de América, muestran el descontento generalizado por la condición del mundo actual. El discurso de la nueva protección gubernamental cobra gran fuerza en México.
En la siguiente entrega, les presentaré una visión relacionada con el caso de nuestro México en particular.
@AndresAguileraM.