Las redes sociales se han vuelto un mecanismo, no sólo de comunicación, sino de escape para las grandes frustraciones sociales de la actualidad. Sobre todo en los últimos tiempos, los que somos asiduos a ellas –ya sea Twitter, Facebook, Google+, YouTube, entre otras– observamos que, lo que fue concebido como un mecanismo de
intercomunicación y acercamiento de las personas, hoy se ha transformado en un muro de quejas, lamentaciones y reclamos hacia el sistema y lo establecido; es decir, un campo fértil para que las constantes peleas entre políticos y partidos afloren y se reproduzcan de forma exponencial.
En la lógica antisistémica de la que hemos hablado y que hoy se apodera del inconsciente colectivo de la sociedad, los partidos y movimientos políticos se apoderan de estos mecanismos de intercomunicación de forma tal que se generan, diariamente, no menos de 100 Trending Topics relacionados con temas políticos nacionales en México en un día; mismos que tienen repercusión directa en los estados de ánimo de los usuarios y que, inevitablemente, inciden en la condición política y en las preferencias electorales del país.
De esta forma, al momento de presentarse determinaciones gubernamentales impopulares, declaraciones estrambóticas y estridentes de algún –o algunos– actores políticos, denuncias sobre actos de corrupción y, en general, en todo aquello que sea contraria a la llamada “moral pública mexicana”, el tema es comentado al unísono por miles de personas que, en un 99%, demostrarán su molestia y enojo a través de algún comentario o publicación. Así, quien logre conjuntar este “mal humor social” y erigirse como cabeza de la lucha por la inconformidad, será quien capitalice esa fuerza para tornarla en pro de sus propios intereses.
Así, el papel de las redes sociales se vuelve más y más preponderante en las determinaciones políticas de los países. Ninguna nación democrática se salva de esta condición, pues el uso de la tecnología y de estos instrumentos de comunicación se ha generalizado en prácticamente todos los estratos de la sociedad. De este modo, quien logre tener mayores afinidades con quienes utilizamos estas instancias, será quien logre los mayores afectos en un universo de posibles electores y, consecuentemente, obtendrá una mayor probabilidad de alcanzar las posiciones de poder sujetas a elección popular. Es decir, quien logre encausar a su favor toda la inconformidad mostrada en estas redes sociales, se volverá en la efigie que encause este malestar para erigirse como “líder de los inconformes” y portavoz de “lo políticamente correcto”.
Así es como se han posicionado y logrado legitimidad los autodenominados representantes del antisistema; así es como habrán de imponerse al status quo; así es como se está transformando la política democrática del mundo.
@AndresAguileraM