Desde hace cuarenta y dos años, el ocho de marzo se celebra el día internacional de la mujer. Prácticamente todas y cada una de las instituciones de gobierno; muchas organizaciones no gubernamentales y algunas empresas y consorcios privados, realizan actos conmemorativos
a esta fecha en la que se recuerda el papel preponderante de la mujer en el desarrollo de las sociedades modernas.
Muchos discursos sí; muchos muy bien escritos y mejor leídos; otros tantos sosos y ejecutados sólo con la finalidad de cumplir el requisito y ser políticamente correctos, y los más que hacen mención reiterada de los aportes, beneficios y logros que las mujeres han traído para la humanidad.
Nombres como Indira Gandhi, Marie Curi, Florence Nightingale, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, Teresa de Calcuta, Frida Kahlo, Malala Yousafzai, Margaret Thatcher, Amelia Earhart y cientos de mujeres más son empleadas indiscriminadamente como recursos retóricos para lograr el aplauso y reconocimiento de quienes ansían lograr la nota como promotores de la quidad entre los géneros. Conferencias, mesas redondas, desayunos de trabajo, exposiciones, obras teatrales y un sin fin de actividades se llevan a cabo pero, al final, todo termina en un cruce de buenos deseos y referencias a lo hecho, sin que, con ello, se impliquen logros reales y palpables hacia una verdadera equidad.
¿De qué sirve tanta loa a los aportes de las mujeres a la vida de la sociedad, si 7 de cada 10 mujeres en México declaran haber vivido un incidente de violencia por parte de su pareja? ¿De qué sirven coloquios y monólogos sobre equidad de género si hoy todavía hay quienes se resisten a remunerar el trabajo de una mujer y de un hombre por igual? ¿De qué sirven tantas palabras adornadas si hoy en día la violencia doméstica tiene su origen, principalmente, en la irracional concepción de que la mujer debe servir al hombre? ¿De qué sirve tanta y tanta denuncia por parte de organizaciones no gubernamentales, si todavía hay países en el orbe en los que es legal y correcta la mutilación genital femenina? ¿De qué sirven tantas reformas a la legislación penal y su endurecimiento, si persiste el acoso sexual de los jefes a sus subordinadas? ¿De qué sirven tantos eventos de relumbrón mientras miles de mujeres son explotadas sexualmente en contra de su voluntad? ¿De qué sirve tantos y tantos discursos, si hay millones de niñas que son tratadas como mercancías y vendidas al mejor postor para ser abusadas sexualmente por pedófilos aberrantes? ¿De qué sirven tantas campañas publicitarias y modificaciones a los sistemas educativos del orbe, si hoy en día hay niños que insultan a otros diciéndoles “corres como nena”, “chillas como vieja”? ¿De qué sirve un día, cuando los otros 364 del año no evolucionamos hacia la equidad?
Vale la pena recordar que la evolución de las naciones se mide, no por sus reservas económicas, sus recursos naturales o su lugar en la economía, sino por el trato que su sociedad le brinda a la mujer. Reflexionemos, pues la humanidad tiene un gran adeudo con más de la mitad de sus integrantes.
@AndresAguileraM