Al reencuentro con los postulados de la Revolución Mexicana (II)

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Tras 18 años de alternancia, los destinos del México del siglo XXI parecieran más inciertos que nunca. La búsqueda incesante de la sociedad por lograr mejora en sus vidas, se ve truncadas por los grandes intereses de los factores reales de poder que, escudados en un sistema económico presuntamente basado en la absoluta libertad, les privilegia su status quo, al tiempo que se limita el crecimiento generalizado de los mexicanos.

La seguridad pública y jurídica de las personas basados en el respeto y protección a los derechos humanos; la educación de calidad con bases sólidas que permitan el desarrollo integral de las personas; el crecimiento económico sostenido, resguardado ferozmente por un Estado que equilibra y hace prevalecer las condiciones de equidad entre quienes participan en la actividad económica del país; la preeminencia de la laicidad sobre el desempeño de las instituciones públicas; son postulados que adornan discursos de una clase política disminuida en legitimidad y muy ajena a la realidad que viven la mayoría de las personas que habitan y circulan por el territorio nacional. La gente no cree en sus políticos y éstos no hacen nada para lograr una verdadera cercanía con la gente a la que aspiran gobernar, sobre todo si consideramos que hoy más que nunca, son olvidados principios y valores que debieran estar contenidos no en discursos, pero sí en su vida y —sobre todo— en su desempeño como servidores públicos.

Hoy por hoy, los postulados de la Revolución Mexicana han quedado en el olvido y son sólo recursos retóricos de inescrupulosos personajes que, embriagados por la ambición, asumen posturas, principios y postulados que los hacen lucir —por decir lo menos— incongruentes y hasta cínicos. Por una parte, los que se autoproclaman representantes de las causas sociales, enarbolan proyectos económicos, políticos y sociales distintos a lo que dicen representar mientras que le apuestan todos sus arrestos a la materialización del nuevo caudillaje; la derecha y el conservadurismo se agazapan mientras ganan adeptos y compran voluntades y personajes a través del aporte económico y la operación política subterránea, artera y traicionera que aliados con la criminalidad que azota gran parte del territorio, se incrustan en todos los partidos políticos; al tiempo que los que se consideran “herederos de la Revolución” hacen hasta lo imposible por ganarse el desprecio de la gente, al retacarse de incongruencia al decir y hacer todo aquello que es contrario a los principios que alardean representar y suscribir, lo que los muestra como cómplices de la corrupción y descomposición del sistema político mexicano, que sólo beneficia a unos cuantos en detrimento de la mayoría de los mexicanos.

Para reencontrarse con los valores de la Revolución Mexicana, no hacen falta profusos estudios sobre ciencia política o filosofía, simplemente se requiere sensibilidad y cercanía con la gente, prestar atención a los reclamos reales y constantes de una sociedad que clama por que se cumplan las viejas añoranzas de bienestar, justicia y desarrollo, que han existido desde que alcanzamos nuestra independencia como nación y que consolidamos al Estado Mexicano.

La congruencia entre lo que se “dice” y “hace” será lo que marque la diferencia en los años por venir y lo que más exige una sociedad habida de alcanzar verdaderamente un estado democrático en el que efectivamente se logre la justicia para la sociedad.

@AndresAguileraM