Entre cicatrices y las pintas: razones de un 25 de noviembre

Karl Marx afirmaba que el nivel de evolución de las civilizaciones se mide conforme al trato que les dan a las

 mujeres y, como hemos sido testigos, lastimosamente vemos que esa ansiada evolución no ha llegado.
A lo largo de la historia, podemos observar que la condición de la mujer ha sido preponderantemente de minusvalía con respecto al varón. Siempre encontramos prácticas, costumbres y hasta leyes que les restan derechos o las someten a la voluntad de los hombres, independientemente si son los padres, hermanos o esposos.
Si bien es cierto en la era moderna de la humanidad, existe mayor conciencia respecto a la necesidad de establecer condiciones de equidad, también lo es que no han sido suficientes, pues siguen siendo motivo de discriminación, segregación y violencia. En nuestro México, de 2015 a la fecha, se han registrado 3 mil 578 feminicidio, en 2019 se han registrado 2 mil 833, de los cuales —según datos oficiales— solamente 726 están siendo investigados.
De conformidad con datos de la Organización de Naciones Unidas para las Mujeres, aproximadamente nueve mujeres son asesinadas en México diariamente; el abuso, hostigamiento y la violación van en aumento año con año, así como la sensación de inseguridad. La principal fuente de violencia —física y psicológica— contra las mujeres se encuentra en sus hogares, proveniente —esencialmente— de sus parejas o, incluso, de sus padres.
Como podemos observar, ser mujer en México es una condición de alto riesgo. No hay seguridad para transitar libremente por las calles, pues existe el temor fundado de sufrir algún tipo de agresión física o psicológica y, en sus hogares, donde debiera haber más seguridad, la situación empeora pues muchas de ellas viven infiernos encubiertos, donde la pena o hasta la costumbre, las obliga a guardar silencio y soportar agresiones físicas, psicológicas y hasta menosprecio de todos los que integran las familias.
La violencia contra la mujer es un asunto que, desgraciadamente, pareciera ir en aumento. Cada día son más los casos que se saben de mujeres muertas a consecuencia de la violencia intrafamiliar o de crímenes de odio y, desgraciadamente, pareciera que las instituciones gubernamentales y sus políticas públicas, poco han hecho para detener el crecimiento.
Por ello no es difícil comprender que, año con año, las manifestaciones que se presentan cada conmemoración del día internacional en pro de la erradicación de la violencia contra las mujeres, sean cada vez más estridentes, con más pintas y más agresión, pues la lógica indica que es directamente proporcional con el incremento de la violencia. De este modo se genera visualización respecto a un problema que es sumamente grave y que no se está atendiendo.
Hay que ser empáticos y sororos con esta situación, porque —al fin y al cabo— las pintas se borran, pero las cicatrices de violencia en la vida de las mujeres permanecen.
@AndresAguileraM