Hoy, tras 203 años del llamado del cura Miguel Hidalgo a la rebelión en contra de las fuerzas peninsulares, nuestro México vive una celebración bastante distinta a las anteriores, pues ésta estuvo marcada por una emergencia nacional, generada por el azote de dos grandes fenómenos hidrometeorológicos que afectaron a un número importante de estados de la Unión.
Chiapas, Chihuahua, Colima, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Veracruz, principalmente, se han visto fuertemente afectados por los huracanes “Manuel” e “Ingrid”, que tuvieron su mayor impacto durante el pasado fin de semana, dejando una estela de más de 20 muertos, un número indeterminado de heridos y millones de pesos en pérdidas materiales, lo que ha obligado a los tres órdenes de gobierno a implementar protocolos de atención de emergencias, previendo la salvaguarda de la población en riesgo.
Pese a ello, el titular del Ejecutivo Federal se presentó en el balcón de Palacio Nacional para gritar vivas y elogios a los héroes que nos dieron patria, evocando a un fervor patriótico difícilmente exaltable en los momentos de emergencia por los que atravesaba el país, ello aunado a una plaza menos concurrida que años anteriores, provocado principalmente por una lluvia que no cesó desde un día antes y alentado, de forma menos efectiva, por un boicot político provocado por los afines al movimiento magisterial que, días antes, habían sido desalojados de la plancha del Zócalo.
Un Estado –que no el gobierno–, para mantener su fortaleza, requiere de símbolos y celebraciones patrióticas fortalecidas, que evoquen la unidad e identidad común entre la población que lo conforma. De tal suerte que aquellos que promueven su debilitamiento, el desdoro hacia lo nacional y, consecuentemente, la extenuación del gobierno con motivo de la organización y realización de las festividades, provocan irremediablemente la decadencia del pueblo y de sus instituciones.
Por ello hoy más allá una oposición que se encargue de criticar las banalidades del gobierno, ya sean los modos y formas de celebrar las fiestas patrias que generan unión social, hace falta una clase política responsable, que vean más allá de los meros intereses electorales y se preocupe por brindar un verdadero bienestar a la sociedad. Para ello, se hace indispensable que la crítica al desempeño del gobierno sea acompañado por una propuesta de solución a la problemática y no atice la flama del descontento social que no reditúa y, por el contrario, debilita y distancia las posibilidades de bienestar.
@AndresAguileraM