El año que iniciamos

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Casi siempre al iniciar un año nuevo lo hacemos con deseos e ímpetus renovados, con añoranzas de bienestar y expresando nuestros buenos deseos para todos a quienes conocemos y para quienes formamos parte de este conglomerado extraño llamado humanidad.

Cierto, lo bueno florece, las mejores intenciones se imponen y todo pareciera ser amor sobre hojuelas. Es más, si el mundo cambiara sólo con el ambiente de fraternidad que se percibe en estos días, ya harían muchos lustros en los que viviríamos en un planeta sin guerras, sin penas ni temores. Por desgracia, al paso de los días la realidad se impone y el mundo, inmisericorde, sigue su curso haciendo que todo lo bueno, todos los propósitos de solidaridad, fraternidad y buena voluntad queden sólo como una triste broma del destino, que se aferra en imponer la naturaleza humana a cualquier pretensión de regenerarse.

Ciertamente, aún durante la expresión de los buenos deseos en las festividades del fin de año, habían personas siendo tratadas como esclavas, otros planeando secuestros, homicidios, robos y fraudes, mientras que –quizá los menos– alejados de los reflectores y de la popularidad, buscaban alternativas para materializar los deseos de bienestar que la mayoría, aún y cuando su esfuerzo fuere simplemente un grano de arena en el desierto.

El mundo sigue su curso y sin lugar a duda sus problemas y conflictos permanecen, no se desvanecen, por el contrario, aumentan sin la menor misericordia ni consideración, avanzan implacables hasta lograr sus objetivos y alcanzar sus metas. Así es como ha sido desde el inicio de la civilización y así es como será, pese a toda la buena voluntad y los buenos deseos que manifestemos en nuestros brindis durante nuestras cenas.

Sin embargo, hay algo que podemos hacer por mejorar este mundo tan plagado de conflictos, problemas, sometimientos, engaños y decepciones: procurar mantener nuestros deseos de buena voluntad y esperanza que nos inundaron en estas fechas. Ser menos suspicaces y egoístas y tratar de ver a través de los ojos de los demás para cobrar conciencia que cada una de nuestras acciones repercute, directa e indirectamente, en la vida de otros y entender que el individualismo que nos han impuesto las nuevas modas del pensamiento es errado, pues formamos parte de un complejo sistema llamado sociedad que requiere la participación de todos y cada uno de nosotros para funcionar de mejor manera, con un poco más de armonía, para que de verdad nos sirva a todos y logremos encontrar nuestro bienestar individual, al tiempo que ponemos nuestro grano de arena para alcanzar el bien general. Esos son buenos propósitos para este 2014, son metas importantes para ser alcanzadas.

@AndresAguileraM