El contexto que ha rodeado los ataques directos del presidente López Obrador contra la senadora que alteró la
aburrida ecuación electoral de 2024, injustificados y también violatorios de varias leyes, deberían servirle a la hidalguense para evaluar el escenario, reconocer los obstáculos existentes en la propia oposición a su precandidatura presidencial, reconsiderar, tanto sus prioridades como su cálculo político, y aprovechar el sospechoso receso electoral que está en puerta, para retirar su precandidatura.
Durante tres semanas Xóchitl Gálvez ha sido el objetivo diario de López Obrador. El presidente le ha lanzado toda clase de obuses usando hasta el aparato fiscal del estado mexicano, además del coro de sus aplaudidores a sueldo, para denostarla y tratar de detener su crecimiento. Esa forma de actuar del presidente, facciosa e ilegal cuando se trata de defender su proyecto político, no debe sorprender ni a Gálvez ni a nadie porque ese es el López Obrador que todos conocen.
Lo que sí debería sorprender a la precandidata y a la opinión pública, es la mezquindad mostrada en estas tres semanas por Alejandro Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano, los precandidatos del Frente que siguen en la competencia y que se bajaron de ella alegando dados cargados o cualquier otra cosa. Ninguno ha tenido un solo gesto de solidaridad real con la única precandidata a la que el presidente parece decidido a destruir.
Los partidos y sus precandidatos, los que tienen militancia: Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes y los demás, firmaron la constitución de un Frente Opositor y lo registraron ante el INE. Pero ante los ataques del presidente a Xóchitl Gálvez exclusivamente, algunos calumniosos y otros clasistas y racistas, han guardado un silencio que puede ser cobarde, pero en realidad parece cómplice. López Obrador la emprende todas las mañanas contra una de ellos, la más aventajada y la más competitiva, si no es que la única competitiva, y todos guardan silencio. ¿Qué clase de alianza es esa?
La ausencia de solidaridad de las dirigencias partidistas y sus precandidatos en este caso, evidencia que no quieren a Gálvez y más bien apuestan a que López Obrador la destruya desde su púlpito matutino. La senadora haría bien en admitirlo y valorarlo, pues si así actúan con ella en la precampaña, es fácil imaginar lo que harían durante la campaña si se convirtiera en candidata.
La más reciente encuesta de México Elige, permite ver, contundentemente, que con solo tres semanas de activísimo abierto, Xóchitl Gálvez se convirtió en la candidata de casi toda la sociedad que no simpatiza con Morena y sus precandidatos. En contraste, el abandono en que la han dejado sus compañeros del Frente Opositor ante los ataques del presidente, también muestra que no es la candidata de las desprestigiadas cúpulas partidistas de la oposición.
En esas condiciones, la senadora debería evaluar si en realidad vale la pena ir a una batalla contra López Obrador, contra su candidata o candidato, y también contra las cúpulas de los partidos que la postulan.A estas alturas, la senadora haría muy bien en exhibir la miseria de “Alito” Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano y de los otros precandidatos del Frente, retirándose de la contienda para dejarle el espacio a Santiago Creel o a Enrique de la Madrid. Ambos son garantía no solo de derrota en la elección presidencial. Ambos son también garantía de que ni el PAN, ni el PRI ni mucho menos el PRD, obtendrán los votos de una sociedad que no se identifica con ellos pero sí con la hidalguense. Ambos, Creel y De la Madrid, son garantía de que los partidos del Frente no lograrían más que un puñado de legisladores plurinominales, pues si no son capaces de postular un candidato presidencial competitivo, menos aún podrían postular 300 candidatos a diputados y 96 a senadores, capaces de ganar elecciones en los distritos o los estados, sin el impulso y el motor de una candidatura presidencial fuerte y atractiva.Si las cúpulas del PAN, PRI y PRD son tan miserables como para poner en riesgo hasta sus registros legales, Xóchitl debería dejar de hacerles el trabajo y regresar a su escaño mientras ellos mueren en el abandono ciudadano, o en todo caso, podría doblar la apuesta y postularse por Movimiento Ciudadano, para obligar así al truculento Dante Delgado a definirse, y olvidarse de una buena vez de los despojos del PRI, el PAN y el PRD, con Creel, De la Madrid o Beatriz Paredes como candidatos.
Alejandro Envila Fisher es periodista, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Dirigió durante 15 años la revista CAMBIO y Radio Capital. Fundó y dirigió durante cinco años Greentv, canal de televisión por cable especializado en sustentabilidad y medio ambiente. Ha sido comentarista y conductor de diversos programas de radio y televisión. También ha sido columnista político de los periódicos El Día y Unomásuno, además de publicar artúculos en más de 20 periódicos regionales de México desde 1995. Es autor de los libros “Cien nombres de la Transición Mexicana”, “Chimalhuacán, el Imperio de La Loba” y “Chimalhuacán, de Ciudad Perdida a Municipio Modelo.