Nunca estuvo en duda que López Obrador y su 'titereza' Claudia Sheinbaum tuvieran la capacidad para movilizar 250 mil cabezas.
Si una marcha convocada por la sociedad civil logró reunir a 800 mil ciudadanos libres tan solo en la Capital y cerca de un millón si se suma la participación en todas las ciudades donde la ciudadanía se manifestó el pasado 13 de noviembre, ¿cómo no va a lograr un gobierno llevar a desfilar a 250 mil cabezas si utiliza todo el aparato del Estado?
Pero de ahí a las cifras alegres con las que la desesperada aspirante a 'titereza' presidencial está alimentando el ego de su mentor, la imaginación de la manada solovínica y los titulares de algunos medios, hay una gran diferencia. Las evidencias gráficas no reflejan un millón doscientos mil asistentes 'ni yendo a marchar a Chalma'...
Aun con todos los recursos públicos dilapidados, la propaganda descarada, las tácticas mafiosas para forzar la asistencia de la burocracia y los gremios clientelares, así como los VTP 'viajes todo pagado' de los acarreados, los resultados reales no superaron los de la gran marcha ciudadana que desató el espíritu deportivo del ocioso ególatra. El Desfile presidencial tuvo valor anecdótico y no histórico, como presumen, pues fue una apología de los usos y costumbres del partido donde se 'formó' López Obrador:
• Pase de lista obligatorio a los empleados del Gobierno Federal, del gobierno de la CDMX, de las alcaldías morenistas y de las dependencias públicas.
• Coacción a los gremios clientelares de la Capital, como locatarios de mercados públicos y puestos callejeros.
• Miles de soldados, miembros de la Guardia Nacional y cadetes de la Escuela Militar vestidos de civiles.
• Tan sólo servidores de la Nación, los 'comodines del reino', son cerca de 75 mil.
• A eso sumemos a los acarreados que trajeron en camiones con viáticos y 600 pesos, los mismos que suelen llevar a votar. Fue tal el descaro que la propia Sheinbaum posa en un video repartiendo tortas a tutiplén.
• Los líderes de organizaciones sindicales, campesinas y gremiales que viven de los favores oficiales presionaron a sus agremiados.,
• Sumen a los beneficiarios de programas sociales que convenzan de ir a hacer bola 'para que no les quiten sus beneficios', que por ser ley nadie puede quitarles.
• Y claro, el resto del voto duro de Morena, integrado por los seguidores remanentes, esos que permanecen cegados por el 'pejedios'.
Claro que pudieron pastorear 100 mil cabezas, las mismas con que suelen llenar el Zócalo cuando Andrés Manuel necesita recargar su pobre autoestima. Aunque, a decir verdad, ya le cuesta lograrlo últimamente, por lo que han tenido que ayudarse con shows populacheros con cargo al erario. Amlo solo ya no sopla. Necesitó del grupo Firme para mantenerse firme en la última ceremonia del grito...
Esta demostración de músculo no fue gratis porque no fue orgánico, fue músculo con esteroides. Mucho truco para verse choncho. Con nuestros impuestos pagaron los cientos de camiones, la comida y la estancia de los patiños desde el viernes que llegaron hasta el domingo que se acabaron de ir, la parafernalia para el cierre, más la propaganda previa y posterior en medios y redes.
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A diferencia del desfile de ayer, ilegítimo por su objetivo: promover el culto a la personalidad de un presidente necesitado de aplauso, y por su modus operandi: coacción, corrupción y despilfarro, la marcha ciudadana del 13 de noviembre fue legítima porque su objetivo fue defender la democracia defendiendo al INE, y también porque cada manifestante fue por convicción y se ocupó de su transporte (dificultado por la invención de una contingencia ambiental para restringir la circulaciónde la mitad del parque vehicular).
Ahora bien, una cosa es lo que dicen con palabras y otra lo que muestran las imágenes. Aún no he visto ninguna panorámica abierta tomada por dron en las avenidas Reforma, Juárez y Madero, lo que es extraño, pues facilitaría el cálculo de personas metro por metro cuadrado, como en la marcha del 13.
Los chalanes chalados del Presidente la tuvieron difícil, porque, tontamente, el pueril porril se subió a un ring ajeno a retar a la ciudadanía que marchó de forma espontánea el 13 de noviembre. Y ¡ojo!, sólo se reta al campeón, nunca a quien está abajo.
López se puso un saco que ni era de él. La consigna que se gritaba era: "Por eso vine, a defender al INE". No se gritaba, salvo excepciones, nada que mencionara su nombre de forma directa. Pero su narcisismo maligno lo lleva a ser el protagonista de todo: el bebé en el bautismo, la novia en la boda, el muerto en el entierro...
López Obrador sabe que llenar el Zócalo ya no es suficiente para mostrar músculo, en primer lugar, porque ya está trillado ese escenario; en segundo, porque es fácil comprobar que ahí cabe menos gente que en los kilómetros que lleno la supermarcha ciudadana. Al retar a la ciudadanía con superar su marcha dejó ver que no ha sido capaz de superar el shock que le produjo verse superado por un poder de convocatoria que no pudo desincentivar a base de insultos y artimañas.
López dio muestra de una gran debilidad política y mental al retar a una ciudadanía que convirtió en rival, porque sólo se reta al campeón, nunca al que está abajo. Para colmo, resulta que el campeón al que reta son los ciudadanos que gobierna y le pagan. México debe ser el único país donde el gobernante se manifiesta en contra de los ciudadanos… Habrá que recordarle a la pandilla cuatrotera que las marchas organizadas desde el poder se llaman desfiles.
La confrontación de López con sus gobernados ha llegado a un nivel irracional, inmoral e insano, impropio de su investidura. De presidente desciende con facilidad a porro, el papel en el que se siente más cómodo. De hecho, esa materia fue la única que aprobó con honores durante los 14 años que le llevó terminar su carrera en la universidad.
Cual borracho de cantina, salió a la calle rodeado de paleros a retar al enemigo imaginario en el que su mente transformó al parroquiano que no aplaude sus necedades.
Muchos habíamos advertido, y no porque requiriera mucha ciencia, que a partir de las elecciones de 2021, cuando perdió la mayoría calificada que le permitía reformar la Constitución (un palo que nunca previó), comenzaría a radicalizarse y a mostrar su talante autoritario conforme viera frustrados sus objetivos verdaderos de cara al fin de su sexenio. Nunca fue su intención dejar el poder... y todas sus intentonas por preservarlo, desde crear precedentes jurídicos a la extensión de su propio mandato con la ley Bonilla, la ley Zaldívar y la revocación de mandato, hasta adueñarse de INE, han sido paradas en seco por las acciones de la sociedad civil.
El porro palaciego se bajó de su ring y se subió al de su “adversario” para retarlo, reconociendo tácitamente su miedo y desventaja. Estamos lidiando con un peleador callejero, no con un jefe de Estado, este domingo llenó su plaza con un alto costo, cuyo resultado simplificará en una narrativa triunfalista.
Al final del día, la política mexicana ha sido reducida a un 'storytelling', y hay que reconocer que López es hasta ahora el mejor cuentacuentos de este país.
Con su remedo de marcha sólo busca un final feliz para el cuarto episodio de su serie de ficción mal llamada "Cuarta Transformación".