Hagamos un poco de memoria para entender lo que hay detrás de la mentada transformación: Tras la caída de la Cortina de Hierro, Cuba perdió el sostén económico de la Unión Soviética, por lo que Fidel Castro decidió buscar nuevas ubres en la región aprovechando la imagen que conservaba como líder de la izquierda latinoamericana. Fue así que convocó al primer Encuentro de Partidos y Movimientos Políticos de América Latina y el Caribe que luego pasaría a denominarse “Foro de Sao Paulo”, para lo cual manejó públicamente un objetivo más romántico e idealista que el real, que consistía en salvar su pellejo ante la ruina inminente: no claudicar frente al “neoliberalismo”, creando un “bloque de fuerzas”.
El Foro de Sao Paulo, que reúne a representantes de los partidos y las organizaciones de izquierda en América Latina, surge en 1990 por iniciativa del dictador cubano Fidel Castro, con el apoyo del líder del Partido de los Trabalhistas (PT) de Brasil, Luiz Ignacio Lula da Silva, que recientemente y luego de estar en la cárcel por peculado, volvió a ganar la Presidencia de su país.
El primer objetivo del Foro sería que la izquierda llevara a cabo la revolución socialista, pero esta vez a través de la vía electoral y no de la revolución violenta, que había cobrado mala fama en los años 60, 70 y 80. No obstante, la democracia sería sólo el caballo de Troya para llegar al poder, ya que, una vez ganadas las elecciones, los gobiernos surgidos del socialismo del siglo XXI se ocuparían de no soltar el poder -cada uno con las características propias de sus países y sus líderes, como Venezuela y Nicaragua, aunque con resultados menos contundentes hasta ahora en Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil. La ficción democrática se convertiría de esa forma en una falsificación por parte de la izquierda, que se encargaría del desmantelamiento de cada una de las instituciones republicanas siguiendo una serie de pasos claramente establecidos por el Foro de Sao Paulo.
A partir de 1999, Castro vería concretar uno de sus más anhelados objetivos: la virtual transformación de la rica Venezuela en el primer régimen del denominado socialismo bolivariano del Siglo XXI, gracias al comandante Hugo Chávez, lo cual le permitiría sustituir la ubre de Moscú por la de Caracas. Había logrado sobrevivir al desafío más grande que le tocó enfrentar desde su toma del poder en 1959. En los hechos, el Foro de Sao Paulo le proporcionó al régimen castrista un instrumento de supervivencia, mientras que a otros aspirantes a dictadores les ofreció la receta y la red de apoyo logístico y económico para acceder al poder y, desde ahí, transformar la democracia en dictaduras socialistas “sin vuelta atrás”.
“Sin vuelta atrás” fueron las palabras que utilizó Andrés Manuel López Obrador para referirse a la transformación que emprendería una vez que llegó a la Presidencia en 2018. A partir de entonces, ha utilizado su discurso para dividir a la población en “súbditos y enemigos”, logrando mantener su popularidad entre su base de seguidores. Mientras tanto, detrás tiene a un equipo multidisciplinario integrado por expertos mexicanos, venezolanos, cubanos, argentinos y españoles de izquierda, trabajando para avanzar en la transformación hacia un régimen socialista de corte autoritario.
Si analizamos la situación actual de nuestro país nos daremos cuenta de que la agenda de la 4T está orientada a seguir el programa de acción del Foro de Sao Paulo, no a cumplir las promesas de campaña de AMLO. Las etapas se han ido cumpliendo progresivamente y se pretende que culminen en 2024, como podemos apreciar al analizar su lista de logros:
1. Crear una Guardia Militar (Guardia Nacional).
2. Militarización del País, delegando en sus mandos funciones que no tienen fundamento en la Constitución.
3. Tener a los grupos criminales como un brazo armado aliado extraoficial.
4. Crear un cuerpo de representantes con fines propagandísticos y de adoctrinamiento: Siervos de la Nación.
5. Institucionalización de programas sociales con fines electorales.
1. Imponer la agenda progresista basada en la relatividad de valores: aborto, falsa equidad de género y promoción de las agendas LGTB, etc. Con el fin de contar con el apoyo político de esos grupos, así como debilitar a la familia como núcleo de cohesión social. Una sociedad rota es más fácil de controlar.
2. Desmitificar religiones, introduciendo elementos que confundan con sectas.
3. Control de medios.
4. Propaganda para impulsar el culto al líder.
5. Construcción de obras faraónicas que den identidad al nuevo régimen.
6. Reformar la educación para promover la igualdad mediante el adoctrinamiento en la lucha de clases.
7. Crear redes sociales y partidos satélites de apoyo.
8. Usar la bandera de los pobres y la del combate contra la corrupción para justificar sus políticas.
9. Establecer el neoliberalismo como la causa de la pobreza.
10. Someter a los poderes Legislativo y Judicial (Control de las dos cámaras y de la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia). Gracias a que en 2021 se le arrebató la mayoría calificada a Morena y sus partidos satélite PT y Verde en la Cámara de Diputados se evitó que concretaran las reformas a la Constitución que a estas alturas ya nos habrían convertido en una dictadura. En cuanto al control del Poder Judicial, también se obstaculizó al no lograr imponer en la presidencia de la SCJN a un ministro afín a la 4T, como lo fue el saliente ministro Arturo Zaldívar.
Para asegurar que la transformación se culmine requieren asegurar el triunfo de Morena en el 2024, por lo que el siguiente paso es:
11. Controlar las elecciones. El ataque al INE ha sido sistemático.
Una vez amacizados en el poder, la transformación continuará con las etapas finales para que el régimen autoritario socialista de la 4T no tenga vuelta atrás, al estar destruidas todas las vías para revertirlo:
12. Promover la salida de capitales privados del país.
13. Cierre masivo de empresas privadas.
14. Expropiación de los bancos.
15. Estatización de la economía.
16. Desaparición de la clase media.
17. Generar dependencia económica de la población de las ayudas del Estado (sin medios económicos propios, las personas no pueden defenderse, de ahí que la abolición de la propiedad privada sea una norma en los regímenes comunistas disfrazada de “igualdad”).
Como vemos, varias medidas del Foro de Sao Paolo ya se han aplicado, por lo que los resultados obtenidos en los demás países de corte socialista de la región podrán esperarse en México si la ciudadanía y los partidos de oposición real no son capaces de frenar su avance de forma inminente. Vencer el abstencionismo es vital, no solo votando en las urnas sino participando en la lucha para defender la democracia.
Habrá que preguntarse: ¿cuántos de los treinta millones de mexicanos que dieron su voto a AMLO en las elecciones de 2018 conocían la agenda del Foro de Sao Paolo que guiaría las acciones del actual gobierno? Y de haberlo sabido, ¿hubieran votado a favor de AMLO o lo habrían hecho por otro candidato? ¿Hasta qué punto los ciudadanos mexicanos aspiran a un gobierno socialista para ellos y las futuras generaciones? ¿Están dispuestos a reconocer antes de que ya no tenga remedio que fueron engañados con las promesas de acabar con la corrupción y la pobreza?
Elena Goicochea