Están obligados a rendir cuentas sobre las estrategias, recursos económicos y humanos con los que contaron para la
elección y el porqué de estos mediocres resultados.
La discusión en la opinión pública sobre los resultados electorales 2024 ha estado centrada en la responsabilidad de los partidos políticos, especialmente los de oposición.
La razón es muy simple, cuando llegamos a la urna los ciudadanos debemos elegir uno de los logotipos registrados ante la autoridad electoral y quienes obtuvimos el menor número de votos, estamos obligados a hacer una autocrítica que nos permita corregir el rumbo. Los ganadores simplemente festejan sin detenerse a pensar las causas de su triunfo, se las atribuyen siempre “al amor y cariño que les tiene el pueblo”.
En este proceso, como en otros del pasado, jugó también una narrativa fundamental de la participación ciudadana, atribuida esta descripción especialmente a quienes no tienen militancia partidista. Y por supuesto que, ante las circunstancias del país, no puedo más que reconocer el enorme valor que millones de mexicanos le otorgaron a esta elección.
Carlos Castillo Peraza señalaba: “No hay que salirse del PAN para ser ciudadanos, porque los que se atrevieron a ser ciudadanos, hicieron al PAN en tiempos en los que ya era muy difícil ser ciudadano”, expresión atribuida al origen de Acción Nacional que nació justo para conformarse como una escuela de ciudadanos. Hoy estamos lejos de representarlo, sin embargo, estoy segura de que podemos corregir el camino.
He señalado con toda puntualidad que la dirigencia de mi partido, los órganos de decisión y por supuesto los actores que encabezaron este proceso están obligados a rendir cuentas sobre las estrategias, recursos económicos y humanos con los que contaron para la organización de la elección y el porqué de estos mediocres resultados.
Las recientes entrevistas de nuestra excandidata presidencial revelaron algunas situaciones que ya sabíamos, la principal: la falta de una estrategia integral y coordinada entre PAN, PRI, PRD y los diversos grupos que participaron en la propuesta opositora, agrupados en la llamada marea rosa.
No abundaré en asuntos que me tocó vivir de manera personal en este proceso, mucho tengo que decir y lo haré en otro momento, cuando el ánimo social haya recuperado su cauce; pero tengo por supuesto también, la obligación cívica de plantear las siguientes preguntas:
- ¿Quién o quiénes acompañaron, validaron y confirmaron las decisiones tomadas por la dirigencia de mi partido para la designación de candidaturas, la distribución de recursos y por supuesto las graves acciones y omisiones que nos llevaron a este resultado?
- ¿Acaso no tendremos también que pedir cuentas a quienes conformaron la coordinación de campaña con Xóchitl Gálvez, o debemos aceptar sin cuestionar, que todo estuvo correcto y nadie de su equipo debe asumir los costos de la derrota?
- ¿Las casas encuestadoras y los estrategas contratados hicieron con profesionalismo y compromiso con México su trabajo?
He reconocido públicamente, el valor de la exsenadora hidalguense para encabezar este esfuerzo desde la oposición, no fue una tarea fácil enfrentarse al régimen que usó todos los recursos a su disposición para mantenerse en el poder, pero me parece fundamental que también se reconozca la entrega, compromiso y trabajo de miles de militantes de los partidos políticos que la acompañamos y especialmente porque me consta, la de los miembros de mi partido.
La conversación sobre este tema seguirá en la opinión pública en las siguientes semanas y seguramente meses, pero hoy me parece importante señalar que debemos aprender de la experiencia vivida para no cometer los mismos errores.
Además de quienes se autoasignaron las mejores posiciones de elección popular, debemos tener cuidado y poner atención en todos aquellos que, asumiéndose políticos, usaron este proceso para vender sus servicios profesionales. La mayor parte de ellos, seguirán ofreciendo sus productos sin asumir ningún costo público, porque ante la opinión pública son actores secundarios, pero en realidad, en los últimos años se han convertido en los actores principales que cuentan con la enorme ventaja de no ser señalados. Lamentablemente, ante la derrota de todos, incluyendo los candidatos, hay personajes que sólo le apostaron a ganar dinero, y si no ponemos un alto, lo seguirán haciendo.
Adriana Dávila Fernández
Política y activista