Antes de sembrar para tener frutos en 2018, hay que arar, y electoralmente, esto significa preparar en estas elecciones 2016, el terreno para que sea más fértil y de buenos frutos, para la elección más importante a nivel nacional: la presidencial.
Manlio Fabio Beltrones, dirigente nacional del PRI, lo sabe, y por eso confía obtener por lo menos 9 de las 12 gubernaturas en disputa, su pronóstico se sustenta en que esas mismas 9 entidades están gobernadas por el tricolor, y eso suena lógico, digo, siempre y cuando el papel de los gobernadores haya sido positivo.
Según las encuestas los priistas que aventajan son: Héctor Teto Murguía, en Chihuahua, Omar Fayad Meneses en Hidalgo, José Luis Chanito Toledo en Quintana Roo, Jesús Vizcarra en Sinaloa, Baltazar Hinojosa en Tamaulipas y Héctor Yunes Landa en Veracruz. Aunque los panistas aseguran llevar la delantera en Veracruz, Quintana Roo, Tlaxcala, Puebla y Durango.
Y el sol azteca por su parte, lo más que logra destacar es en el estado de Oaxaca, porque en el resto de los comicios sólo irá de acompañante del albiazul.
Morena en cambio, no parece tener posibilidades serias de ganar ninguna gubernatura, pero estas campañas electorales le habrán de permitir fortalecer músculo para el 2018.
Respecto a las candidaturas independientes, parecen haber encontrado el mayor auge de estas elecciones en los estados de Veracruz, con 54, dos a mandatario estatal y 52 a diputados, y Chihuahua que registró ante el Instituto Estatal Electoral, a 45 aspirantes, 23 a presidentes municipales, 17 para diputados y 5 para síndicos.
Y para 2018, seguramente estas candidaturas independientes también estarán presentes, porque más que aspiraciones legítimas de ciudadanos que creen hacer mejor las cosas que los políticos tradicionales, pudieran ser estrategias de los partidos para fragmentar el voto…
En dos años lo sabremos.
Y sin temor a equivocarme, el escenario será tan arrebatado como el clima de hace unos días; entre tanto, los comicios de junio próximo sí son de especial importancia para obtener la fuerza política que requieren los partidos en una elecciones presidenciales.