El salario mínimo que un trabajador debe percibir debe ser directamente proporcional a los precios del consumidor, ajustados a los niveles de inflación; en ese sentido
los sindicatos cuya naturaleza se enfoca en la protección de los derechos laborales, primordialmente en uno como el salario, constantemente se encuentran en negociaciones para obtener mayores incrementos que permitan a sus agremiados afrontar la crisis económica que nos aqueja.
Ante tal situación las organizaciones sindicales deben presentar sus propuestas de aumentos salariales por medio de revisiones contractuales ante la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI); sin embargo, si bien son entendibles tales pretensiones, igualmente validos son los argumentos patronales, respecto la crisis mundial, que representa un gran reto entre el sostenimiento de sus trabajadores y la producción mínima para satisfacer la demanda, pendiendo de un hilo la viabilidad financiera de las empresas.
Por otra parte, se encuentra la problemática económica mundial, de la que es parte nuestro país, con niveles de inflación al alza, reflejada en el aumento exponencial de precios al consumidor; mismos que sirven de base a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), para evaluar el incremento salarial nominal. En ese sentido el año pasado, reportó un crecimiento por debajo del nivel inflacional que se situó en 7.36% (que no se había reportado desde hace más de dos décadas), mientras que el aumento salarial promedio del 2021 se situó en un 4.6%, lo que aritméticamente arroja un resultado que muestra una contracción del 0.94% (incremento salarial real).
Dicho indicador no se había presentado durante cuatro años, desde el 2017, pero lo realmente preocupante es que dicha mengua se ve reflejada en el poder adquisitivo de los trabajadores la cual se ve gravemente afectado, provocando que se modifique negativamente la calidad de vida de los trabajadores y de su familia, específicamente respecto de la alimentación que ya de por si es deficiente.
Lo anterior deja sin efecto toda pretensión de las organizaciones sindicales de acrecentar el nivel de vida de los trabajadores, cuya culpa no radica en los mismos, pues sus esfuerzos se ven limitados por la situación económica mundial, viéndose imposibilitados los centros de trabajo a otorgar mayores incrementos salariales, aun cuando esa sea la intención, pues se encuentran en la disyuntiva entre mantener fuentes de empleo o situarla en un déficit financiero insostenible.
Pareciera que la lucha sindical es insuficiente, requiriendo más empeño y mayor condescendencia y empatía de la autoridad; sin embargo, tal percepción no es totalmente cierta, pues si bien, la intención tanto del gobierno, las organizaciones sindicales e incluso los empleadores, es ir mejorando la situación económica de los trabajadores y consecuentemente la del país; solamente será posible trabajando de la mano, desde todas las trincheras; los sindicatos como representantes de los trabajadores consientes que sus exigencias serán proporcionalmente cumplidas dependiendo de la situación económica de les empresas, mismas que deber tomar en cuenta que los ingresos de sus empleados deben alcanzar suficientemente para su subsistencia y la autoridad, que debe en medida de lo posible luchar por estabilizar la economía y la inflación.