Opinión

Ni los llamados a la transparencia, ni la creación de comisiones anticorrupción, llegan a los oídos de los funcionarios de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, que preside Diódoro Siller, convertida en “centro de negocios” al mejor postor, donde se arreglan desde bloqueos de contratos colectivos, tráficos de influencias y desacato de resoluciones de tribunales colegiados, que ahogan a la institución, donde los manejos turbios y las corruptelas son cotidianas, ¡puro negocio!