Opinión

Era una de esas mañanas que tenía un toque especial, después de muchos meses, quizá algunos años, Rutilio iba a ser llevado por su padre a la escuela "Estatuto Jurídico". El niño de seis años 

(Para agarrarse a la vida hay que desgarrarse de mundo; al igual que para volver al Padre, hay que dirigir la mirada al Hijo, a golpe de corazón. Esta es la penitencia a nuestro fuero interno. Él fue quien nos enseñó, desde la pobreza del pesebre hasta el total desprendimiento en la Cruz, el apego a los brazos abiertos y el desapego a los tesoros mundanos)