En la Ciudad de México hay un palacio que tiene más de cien años de vida y no se ha hundido un solo centímetro, como deberían ser las economías de todos los países, una prueba de hundimientos. Se trata del Palacio Postal, ubicado en la esquina de la calle de Tacuba y el Eje Central Lázaro Cárdenas, en el Centro Histórico, sede del servicio de correos desde la época de Porfirio Díaz.
¿Y por qué no se ha hundido el Palacio Postal?
Es obra del ingeniero mexicano Gonzalo Garita. Hay que reconocerle su trabajo.
No hay que perder de vista que la Ciudad de México, en su origen prehispánico, antes de la conquista española, era un gran lago. La urbanización se lo devoró. Los mismos aztecas construyeron sobre un terreno acuoso.
Para dar una idea de la fragilidad del terreno, hay que decir que el Palacio de Bellas Artes se ha hundido más de un metro.
En el caso del Palacio de Correos, no se ha hundido ni un centímetro, por varias razones. La primera porque se construyó sobre el cimiento del hospital que se encontraron en ese lugar y fue demolido. La segunda porque el ingeniero Garita aplicó el sistema Chicago, el método utilizado en las ciudades de Chicago y Nueva York para construir rascacielos.
Los cimientos del Palacio Postal están intactos, como si se hubieran hecho ayer. Lástima que no sea el caso de las economías en el mundo, ni en México ni en ningún otro país.
Sin embargo, nunca es tarde para apuntalarlas, hacerlas resistibles a cualquier pandemia o desastre.
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