Cuando el diputado Sergio Gutiérrez Luna jugó con un balón de futbol en el salón plenario del recinto parlamentario para darle pase a su paisano
y exseleccionado nacional Luis Hernández, pareció exceso porque la sede del poder legislativo no se hizo para eso.
No pretendía denigrar el recinto sino solo tratar de ser simpático con acción deportiva dedicada a sus paisanos veracruzanos, aunque rayaba en la frivolidad. Ahí quedó para la historia lo que es capaz de hacer un presidente de la mesa directiva con aspiraciones de gobernador, utilizar el salón plenario legislativo como cancha de futbol.
Lo que ha sucedido o hecho la diputada María Clemente García, personaje de la diversidad de género, ha rebasado el límite y está abierto expediente sobre sus actos.
Hay molestia entre sus propios compañeros de bancada, porque se ha vuelto riesgoso su comportamiento. Todos fueron testigos del momento en que empujó al diputado Santiago Creel, cuando hacía funciones de presidente de la mesa directiva.
En otra ocasión aventó platos en un comedero. También en el recinto legislativo tiró cafetera con agua caliente. En ambos casos sin lastimar a nadie. Lo más delicado, y es delito, ha dicho que se dedica a la promoción de la pornografía y utiliza las redes sociales con ese propósito, lo que ha sido evidente.
Rebasó el límite y hay consenso, antes de que ocurra algo más grave, de que debe de llamarse al suplente.
Arturo Zárate Vite
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