En tiempos del absoluto dominio priiísta, había regla no escrita para calmar ánimos de quienes aspiraban a gobernar un estado o al país.
Cuando se trataba de la gubernatura y eran varios los aspirantes, la dirigencia partidista se encargaba de convocarlos para llamarlos a la unidad, estaba implícita la advertencia de que habría consecuencias para quien pretendiera irse por la libre o ignorar la voz presidencial que saldría de la residencia oficial de Los Pinos, la última palabra para elegir al candidato.
En el caso de la presidencia de la República, por muchos años aplicó la frase del dirigente cetemista Fidel Velázquez: “el que se mueve, no sale en la foto”. Todos los contendientes procuraban estar quietos, calmar ansias, aunque no sucedía lo mismo con sus seguidores.
Igual, tenía la última palabra el inquilino de “Los Pinos”. Era sabido que el afortunado recibía la notificación directamente del presidente. A partir de ese momento, se movía toda la maquinaria partidista para nominarlo.
Hoy los priístas tienen práctica distinta. Hay al menos siete apuntados para competir en el 2024 por la presidencia. Cada uno levantó la mano, no hubo destapador como en los viejos tiempos y tampoco habría “dedazo” a la hora de seleccionar al candidato tricolor.
La dirigencia no ha dicho cómo seleccionara a su candidato o candidata. Quienes conocen al diputado y líder nacional Alejandro Moreno, “Alito”, dan por hecho que lo va a tentar la posibilidad de retomar su aspiración de auto nominarse o, mínimo, imponer a su favorito o favorita.
Arturo Zárate Vite
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