Si algo reconocen propios y extraños al presidente Andrés Manuel López Obrador es su manejo político y mediático.
El tema del Plan B electoral tiene acaparada la atención de sus adversarios. No hay día que no se ocupen del asunto y celebran la respuesta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a los interesados en que no prospere dicha iniciativa, promovida por el titular del poder Ejecutivo.
Pareciera que la batalla por establecer nuevas reglas la tienen perdida el presidente y la 4T. Todo indica que así será, por el paso que ha dado la Corte al desestimar la ley de comunicación. Falta resolver el paquete legislativo que tiene que ver con leyes electorales.
Es un escenario, quizás, calculado, previsto por el presidente.
Debe de estarse frotando las manos, contento de que se ha salido con la suya, porque mientras sus adversarios siguen con el tema del Plan B, dispone de más tiempo para reforzar su estrategia.
En primer lugar, quedan a salvo las reglas con que ganó Morena la presidencia en 2018.
Segundo, ya tiene bandera para atraer votos, la necesidad de renovar al poder judicial; restarle los múltiples beneficios que juzga excesivos en un país donde más de la mitad de sus habitantes viven en la pobreza.
Tercero, la oposición ocupada en echar abajo las reglas de competencia plasmadas en el llamado Plan B, tiene descuidada la nominación de su candidato.
En este contexto, ni duda cabe que el presidente López Obrador puede estar de plácemes y optimista con la elección de 2024.
Arturo Zárate Vite
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