Perros y gatos en la Cámara de Diputados

En el Palacio Legislativo de San Lázaro hay seis perros y un promedio de 80 gatos que recorren las instalaciones del

recinto parlamentario, con distinta misión. No se ven ni se tocan, cada manada por su lado. Unos, lo canes, de raza fina y entrenados; los otros, los gatos, callejeros. Los perros son de raza pastor belga malinois, cuestan de 95 mil a 150 mil pesos y cada uno tiene su casa en los jardines del palacio, están bien alimentados, el agua no les falta, disfrutan tiempo de recreo, cuentan con veterinario permanente y su respectivo entrenador. Ahí viven los perros y su función diaria es recorrer las nueve hectáreas de las instalaciones parlamentarias, para detectar o descubrir cualquier objeto extraño y explosivo. Revisan todos los rincones, oficinas y hasta debajo de los asientos de los diputados.

No son seleccionados al azar, para incorporarse al Grupo Especial de Neutralización de Riesgo del Palacio Legislativo de San Lázaro que coordina Sergio Cruz, tienen que hacer examen para demostrar sus capacidades olfativas y que no le tienen miedo ni a la oscuridad ni a los sótanos. Son puestos a prueba durante un mes, para saber si se adaptan al lugar.

La historia de los gatos callejeros es distinta. Llegaron a la cámara por hambre, en busca de alimento y donde pernoctar. Treintena de empleados, amantes de los animales, se han encargado de cuidarlos y alimentarios de manera voluntaria, con sus propios recursos. Para evitar sobrepoblación, contrataron veterinario que los esteriliza y atiende cuando llegan a lastimarse o están enfermos.

Los gatos han exterminado a las ratas y todo tipo de alimaña.

Ambos, perros y gatos, son de utilidad para la seguridad y limpieza del Palacio Legislativo de San Lázaro.

Arturo Zárate Vite

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@zarateaz1

arturozarate.com