Por muchos años y sexenios, expertos del sector financiero en nuestro país dijeron que si el peso se devaluaba era
claro signo de que la economía andaba mal. Devaluaciones que sobre todo se acentuaron al final de algunos gobiernos en el siglo pasado, como cuando José López Portillo ofreció “defender al peso como un perro”. El perro no cumplió su palabra.
Eran tan aterradoras las devaluaciones del peso mexicano en relación con el dólar que se optó por cambiar dicha palabra y utilizar en su lugar el término deslizamiento, aunque al final el impacto en la gente era igual.
Con la llegada del actual gobierno, hubo vaticinios pesimistas sobre la moneda nacional. Pronósticos que llegaron a ver el tipo de cambio hasta en 30 pesos por cada dólar.
El comportamiento del peso ha sido distinto. Y ya tiene rato que se le llama “superpeso”, porque la cotización con respecto a la moneda norteamericana se ubicó por debajo de los 20 pesos.
Nunca antes se le había dado el título de “superpeso”.
Ahora hay expertos que dicen que le hace daño a México tener una moneda fuerte, porque, argumentan, pierden los exportadores, la industria turística y hasta familias que reciben dinero de parientes que viven en los Estados Unidos.
¿Y qué dirían si la cotización con el dólar anduviera por los 25 y 30 dólares?
La mejor medición sobre si la economía del país va por el camino correcto está en el bolsillo de los mexicanos, en su capacidad de compra.
En el 2024, con su voto en las elecciones, reprobarán o aprobarán la actuación y el resultado de la administración en turno.
Arturo Zárate Vite
@zarateaz1
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