Es normal y lógico que los medios tengan simpatías por candidatos o candidatas, en México y en cualquier país del
mundo, porque en las empresas de comunicación trabajan seres humanos, con intereses, sentimientos e ideologías.
Si bien hay códigos de ética que exigen neutralidad, objetividad, no inclinarse ni favorecer a ninguna de las partes, en política es inevitable que haya identificación con partidos, candidatos o candidatas.
Para nadie es secreto que, en los Estados Unidos, una de las potencias del mundo, por ejemplo, hay medios que simpatizan con los postulados de los republicanos y otros con los postulados de los demócratas. No es nada nuevo, así es la democracia, la pluralidad.
¿Eso cambia y modifica el voto de los electores? Puede influir, no es determinante, no es lo que hace ganar a ninguno de los candidatos o candidatas. Lo que hace la diferencia es el voto de la gente el día de las elecciones. La sociedad conoce a los aspirantes y tiene la última palabra.
Por lo tanto, que nadie se espante si parece que un medio está más identificado con alguna o alguno de los contendientes.
Cierto que las autoridades electorales, por ley, están obligadas a cuidar la equidad, lo ordenan las leyes, y los medios tienen el deber de respetar las reglas, para evitar sanciones.
El punto crítico es que el periodismo no es ciencia exacta, no existe la objetividad pura en la información.
Como siempre, la realidad rebasa el marco legal.
Arturo Zárate Vite
@zarateaz1
arturozarate.com