El primer debate lo ganó Claudia Sheinbaum. El segundo se recuperó Xóchitl Gálvez, domingo 19 de mayo el decisivo.
A dos de tres caídas, como se diría en la lucha libre.
Lo que suceda en el tercer debate en nada va a cambiar lo que ya está decidido. La elección no se gana con debates, sino con lo que representa cada uno de los participantes, con su propia trayectoria y nivel de aceptación que su perfil tenga en la sociedad.
Los debates ayudan a que se tenga más información de los contendientes.
Claro que más de uno (electores) podría cambiar el sentido del voto con lo que vea y oiga del debate, aunque a estas alturas del proceso, a días de la elección, sería muy difícil.
La gente, los que van a ir a las casillas a votar, conocen a los contendientes por sus obras.
Ninguna ni ninguno son caras nuevas o representan a nuevos partidos, así que están muy bien identificados, ubicados y evaluados por lo que han hecho cuando han sido gobierno.
Sus aciertos y defectos son del dominio público. Se sabe de lo que son capaces, de sus promesas cumplidas e incumplidas.
Hay suficientes elementos para hacer el mejor análisis e ir a votar conscientemente.
Por lo pronto, en los debates están empatadas las principales candidatas. En el primero Xóchitl perdió por su nerviosismo. En el segundo, Claudia se vio desconcertada por momentos, sobre todo cuando le recordaron las travesuras de su ex esposo.
Para el tercer debate, ambas ya se conocen fortalezas y debilidades, arriba del cuadrilátero.
La diferencia podría marcarla Máynez, si se quita la máscara para favorecer a una de ellas.
Arturo Zárate Vite
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