La tauromaquia, como la conocemos, entró a terapia intensiva en México. El pronóstico es reservado. Todos los indicios
apuntan a que morirá en el curso de la semana, una vez que el Congreso de la Ciudad de México discuta en su pleno el tema y lo ponga a votación.
Es una decisión que han tomado las más altas autoridades del país y de la ciudad, en congruencia con lo que señala la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en contra del maltrato animal.
No hay marcha atrás, a pesar de la inconformidad de quienes le han dado vida a la fiesta brava.
Según las autoridades, solo se autorizarían corridas toros en las que no se dañe al animal, nada de darle punzones, meterle banderillas y mucho menos enterrarle la espada.
Los toreros solo podrían utilizar el capote y la muleta, lo que aumentaría el riesgo para ellos.
También se tendría que buscar la forma de protegerlos, darle un nuevo formato a la fiesta brava y esperar que la afición la acepte, se acostumbre y esté dispuesta a pagar por un espectáculo distinto, sin sangre.
Las familias, miles, que tienen a la tauromaquia como su principal sustento, tendrán que adaptarse a la nueva realidad.
Enhorabuena que se cumpla la Constitución, lo malo es que la protección no se haga efectiva para todos los animales, porque hasta donde se sabe los palenques y las peleas de gallos van a seguir, tan sangrientas y mortales como lo son las corridas de toros.
Las peleas de gallos todavía se pueden ver en la mayoría de los estados del país.
Arturo Zárate Vite
Twitter y TikTok: @zarateaz1