A las cosas hay que llamarlas por su nombre: una parte de la sociedad se ha podrido, los niveles con los que nos debemos enfrentar a la muerte y sus miles de caras es de tal magnitud que respirar tragedias es algo tan común y tan cotidiano...culpar a el gobierno es la salida más fácil que la sociedad podría encontrar, nada de eso, México esta aderezado por un rancio sistema machista, que desde el hogar mismo se proyecta a todas las estructuras sociales. Sea en la política, escuela o trabajo, en la religión o en cualquier andamiaje que contenga la participación de las mujeres: ¿por qué un sujeto como Ricardo
Alexis Díaz, quien vive con su pareja, trabajador como miles, de un taxi versión Cabify es capaz de en 20 minutos determinar la violación y muerte de una chica como Mara Fernanda Castilla de 19 años de edad? Los factores son diversos, pero inician en un punto que surge desde la misma estructura emocional de cualquier persona, de la incapacidad de mantener límites morales, que lo ubique en un plano de conciencia en donde sepa lo que sucede si viola o mata, las consecuencias de sus actos ya no son problema...
¿De quién es responsabilidad el que no se rompan con esas fronteras, de que no se cruce la línea? Insisto, la vía fácil es voltear y responsabilizar a el Estado Mexicano, a la poca eficacia de los cuerpos policíacos a las leyes, y por supuesto que existe razones para otorgar un grado de responsabilidad a gobiernos y sus cabezas, pero seamos más duros en el análisis: la primer línea de contención para reforzar la seguridad de nuestros hijos somos los padres de familia, lo que dentro del hogar se inculque servirá para acotar los riesgos, nunca como antes la familia requiere rescatar valores y principios que aseguren la tranquilidad de sus miembros; una realidad innegable es que México vive una situación de crisis en materia de seguridad, que la calle resulta ser ahora el campo de guerra, cierto es que ni con un millón de policías se podrá cerrar la llave a esta sangría, no hemos querido aceptarlo pero el estado mexicano debe ser replanteado muy en serio, que los legisladores tienen una enorme tarea para llevar el reclamo de todos a la traducción de un nuevo sistema legal mucho muy duro e innegociable...
Uno en donde los criminales paguen hasta con su vida de ser posible por todo el daño que le han hecho a la sociedad como es el caso de ese sub humano violador y asesino de Mara, desde hace ocho días que dimos seguimiento a la historia de la desaparición, sostuvimos que los altos índices de ataques a mujeres, de las violaciones y asesinatos en contra de ellas, que todo eso corresponde a que el estado no solo no está respondiendo a la altura, sino que como sociedad estamos fallando al permitir que se siga practicando el machismo, la aplastante voluntad del varón por encima de la dignidad de ellas, pero esto es de todos los días, ¿cuántas de nuestras damas siguen la ruta de sobajamiento desde el hogar mismo? ¿Cuántas en sus lugares de trabajo son tratadas como seres de segunda condición en temas salariales o peor, como objetos de favores sexuales o de franco chantaje por parte de enfermos sexuales que ven en su posición de pequeño poder laboral una ventaja para amenazarlas y obtener el famoso acostón? Y lo peor es que nada indica de que ni con marchas ni con gritos habremos de cambiar esta vulgar condición de mantener a nuestras mujeres como objetos desechables. Hoy nos parte el alma Mara y su muerte, pero ¿cuántas más como ella, desde la intimidad de su dolor viven bajo la bestialidad del hombre y no son noticia por no morirse en medio de un drama como el de puebla?