El terremoto está por cambiar las reglas del juego de los partidos políticos, el financiamiento con recursos públicos se encuentra bajo la lupa, Morena comenzó con reducirse un 20 por ciento, siguieron panistas, verdes, perredistas...
El PRI, en un primer movimiento en el tablero lo mandó al 25, para finalmente dar una vuelta de tuerca y proponer acabar con la totalidad de los recursos, el 100 por ciento, además de proponer el fin de las diputaciones y senadurías plurinominales.
Este camino aún comienza y faltan muchos renglones por llenar para ver el final de esta película, pero de que en el centro del sismo geológico se ha llevado a ese otro sismo político en el cual los partidos deberán hacer algo realmente espectacular y convincente para generar un mínimo de simpatía hacia el cuerpo de los electores.
La crisis de credibilidad ha tocado fondo y las facturas estarían por ser cobradas y para ser honestos, son los priistas los que llevan mano en el nivel de atracción en esto de poner cartas y dinero sobre la mesa, pues nadie se resiste a la propuesta de que ningún peso de nuestros bolsillos vaya a parar a los partidos, hará falta mucha claridad y creatividad para que las campañas se lleven por vías distintas a las conocidas, y el tema económico es sin duda el más delicado pues como es bien sabido, cualquier partido que quiera competir necesita no un par de millones sino miles de millones de pesos para provocar que la maquinaria se aceite, la repartición de recursos se convierte en esencial dentro de nuestra cultura democrática, es más, me atrevería a decir que grandes sectores de la población votante esperan esas fechas para recibir los beneficios sean en efectivo o en especie, mover a un ejército de electores no se hace con una flauta como la Hameling sino con billetazos y aquí es donde uno se pregunta: ¿Y en dónde está el truco? ¿De dónde y con qué intereses se habrán de lubricar las campañas?
Se trata de abrir la puerta a todo tipo de "ayuda" que en la mayoría de los casos no llega a ser desinteresada, ¿El INE tiene la capacidad de fiscalizar las mil puertas y ventanas del edificio de las aportaciones? ¿Quién le amarrará las manos a los gobernadores de todos los partidos quienes sin duda son jugadores de mucho peso y con la cartera bien llena y dispuesta a salirse con la suya? Vamos, la idea no es nada mala, es atractiva y necesaria en su debate y en su aterrizaje, así como acabar con las diputaciones y senadurías plurinominales, nadie discute eso, pero los políticos mexicanos no se precian por ser bien intencionados, muchos llegan a ser un costal de mañanas y que harán hasta lo inconfesable con tal de seguir reinando.
No seamos inocentes, si el dinero que se les retire del caudal público encontrará como los ríos otra afluente y nada nos dice que pueda ser de una transparente, ahí está el reto, acabar con una potencial trampa que por el momento resuena muy atractiva, pero que a la larga podría abrir la caja de los demonios. Y sólo para concluir, escribía Napoleón que para ganar una guerra se necesitan tres cosas, dinero, más dinero y mucho dinero, así una campaña electoral. En donde el dinero podría llegar de mil formas impensables, comprometido y sujeto a intereses aún más peligrosos que los que ahora vemos. ¿O qué debemos creer que los partidos saldrán a botear u organizarán rifas y tandas?