Pongámosle realismo al TLC, el tratado lleva más de 20 años en la vitrina, pocos han sido los ajustes y cuando estos se han dado ha sido para favorecer a los del norte, claro que nos hemos visto beneficiados, pocos sectores se hicieron fuertes y han ganado, qué bueno que así sea, pero lejos de preocuparnos por los ataques de histeria del veleidoso Trump, nosotros no solo deberíamos prepararnos para un eventual divorcio comercial sino a la necesaria vida en solitario, un poco como las rupturas entre parejas, dolorosas pero a veces necesarias para aprender a volar sin la necesidad de un marido o mujer dominante y que le da por aplastarnos.
Trump es como el marido borracho y golpeador, amenaza con abandonar el hogar y dejarnos con la retahíla de escuincles, entramos en pánico porque nos decimos que no sabremos qué hacer sin el briago del marido.
¡Que se largue, que se esfume! Realmente lo que necesitamos es una sacudida para aprender a mirarnos hacia dentro y tejer un nuevo traje que nos haga sentir autosuficientes, independientes y muy, pero muy dispuestos a protegernos de los siguientes abusivos.
Trump se levantará de la mesa, habrá turbulencias, pero los mexicanos debemos revalorar nuestras potencialidades y construir un nuevo pacto económico, social, uno que priorice la soberanía en todos los sentidos y no la patológica dependencia de cualquier nación. Que existan nuevos acuerdos con los Estados Unidos, pero no solo ellos, miremos a Asia, explotemos nuestra posición geográfica y ayudemos a recuperar el poderío de América latina, abramos mercados con Centro y Sudamérica.
Somos capaces de sembrar y tener mejores cosechas, pues vendámoslas a otros compradores, ¿Que se irán las plantas armadoras de autos a los Estados Unidos? No sólo los gringos compran coches, Europa aprecia nuestra mano de obra, aprovechémosla y toquemos sus puertas, que el TLC se muera no necesariamente nos indica de que nosotros nos vayamos al barranco con ello, ahora si estaremos obligados a tener un mejor sistema educativo, niños y niñas mexicanos mejor preparados, despiertos, capaces de competir en mercados cada vez más cerrados.
El TLC no es nuestra sepultura, es nuestra oportunidad, no le tengamos miedo a los manotazos del borracho Trump, sacar la espina dolerá, pero después vendrá el alivio, todos habremos de ajustarnos, pero con la capacidad suficiente de optar por otras salidas. Los mexicanos tenemos la piel muy gruesa y estamos constituidos en base a crisis, sabemos curarnos, los gobernados por Trump deberán asumir sus propios costos y serán ellos los que terminen arrepintiéndose por haber sostenido a un loco en Washington. Nosotros ya sin miedo. Toca ir de frente. No especulemos más. Punto. Si se acaba el TLC que se acabe, sabremos salir adelante.