De los que hay en botica, Meade es el más preparado para gobernar, pocos tienen duda sobre ello, posee un muy buen nivel de aceptación entre los círculos
financieros internacionales y nacionales, su alma se ha paseado tanto por el infierno del PAN como del PRI, lee y puede presumir de que lo hace lo cual es ya una ventaja en un país en donde la cultura es un delito que se persigue de oficio y así nos podemos seguir, pero hablar de sus cualidades es pecado en medio de una contienda en donde el deporte es la destrucción de todo lo que huela a Peña Nieto, y existen razones para hacerlo, pues el déficit de este gobierno es mucho y les cuesta reconocerlo pues en Los Pinos se infectaron de lo mismo que se contagió el Calderonato o el Foxiato: de soberbia y arrogancia, pero salir a expiar culpas podría ser demasiado tarde, por ello, quien deberá desmarcarse sí o sí es el propio Meade, su cercanía con Videgaray (el tipo realmente se siente Plutarco Elías Calles) no le ayuda.
Meade puede ser todo los brillante que se pueda, pero la marca de la casa lo deja muy mal posicionado, sumado a que su personalidad no es ni remotamente la de un tipo frontal, no se le ve que corra sangre por sus venas, tan del gusto de un público que adora a los que traen penacho y escudo tlatoánico, con carácter y muestras de desayunar huevos con pólvora.
Reitero, Meade hubiese sido un extraordinario gobernador del Banco de México, hubiese!!! Pero eso no existe, así que alguien le debe decir que si quiere pasar al quinto partido deberá dejar la piel en la cancha y no solo creer en lo que le dicen sus más fieles aduladores, en que debe confiar en el aparatote y los alquimistas electorales del tricolor...
Meade tiene mucho que vender, sus credenciales son superiores a las de un Andrés Manuel o Ricardo Anaya, lo diré por lo claro, no le llegan a los talones académicos ni intelectuales, pero se lo comen en lo político, pues son dos zorros muy avezados que todos los días, mas Andrés Manuel, va sembrando falsas ideas de que Meade es tan malo que terminarán cambiándolo, lo cual es una mentira, pero al tabasqueño le sirve, o Anaya quien imprime reiteradamente que Meade y el PRI son igual de corruptos, cuando no es así.
Meade aun está a tiempo de entender la lógica de la política mexicana, una en donde se aplaude la audacia y el arrojo, cierto es que ha sabido lanzar un par de propuestas mucho más realistas que la de amnistiar asesinos, pero no permea pues el partidote parece no estar haciendo su trabajo. Heridos, muchos de los priistas hacen como que lo apoyan cuando en realidad ya están pensando en salvar su pellejo acercándose a Anaya o peor, a Andrés Manuel. Meade puede hacer la hombrada, pero tendrá que cometer parricidio, esto es, desmarcarse de los mismos que lo hunden, así de claro, ¿tendrá la visión de hacerlo?