Origen es destino, hablar de la UNAM como pieza importante en la maquinaria que entrará en acción a partir
del primero de diciembre es rendirle el mérito adecuado a nuestra máxima casa de estudios, y que sin demeritar a los fifis del ITAM, es justo mencionar que las filas tecnócratas demostraron en este sexenio que agoniza, que lo suyo, lo suyo, es ver a México a través del cristal de la opulencia y de una especie de desprecio hacia el resto de los mortales que no leen ni hablan el inglés de las finanzas.
El mejor ejemplo son los años luz que un Luis Videgaray mantiene de distancia ante la realidad mexicana. Será el sereno, pero analizando las páginas del Sol de México del día de hoy, nos encontramos una muy interesante lista de pura sangre azul y oro listos para darle cuerpo al gabinete económico de AMLO, claro está que varios de ellos traen el añadido de maestrías y doctorados realizados en el extranjero, pero la raíz, su alma se originó en ciudad universitaria, y esto es muy bueno, sencillamente por la visión que se inculca en la UNAM, con fuertes tintes de equidad y sin pretensiones como suele suceder en universidades caras.
Los de la UNAM reciben un verdadero baño de pueblo, mezcla de orígenes sociales, en donde los jóvenes se encuentran unos con otros sin importar las posiciones económicas, solo quien ha vivido en la UNAM su carrera profesional, sabe que las vitaminas de la discusión, del debate y de una oxigenante cercanía con la realidad les brindan ojos distintos a quienes pisan sus aulas, y con todo respeto, no siempre es así, para quienes llegan en autos de lujo a tomar clases a una privada y que desconocen lo que es madrugar para atravesar la ciudad en el metro para llegar puntual a ciencias políticas en CU.
También es cierto que los resultados se darán conforme a las capacidades de cada secretario, de otro tipo de factores, aptitudes, de los bien o mal aprendido del camino, pero el molde está ahí, y no se puede negar que el haber sido hecho en CU dota de otro tipo de perfil a quien sale de ahí con título en mano, y vaya que necesitamos miembros de gabinete con los pies en la tierra y que sepan hablar el lenguaje del resto de los mexicanos, y no como ha sucedido en las últimas décadas, en donde distintos secretarios de estado fracasaron en materia de combate a la pobreza o en cuanto al manejo de las finanzas o hacienda pública, siempre atentos a sus capitanes internacionales y con el librito de lo aprendido en Yale o Harvard, pero incapaces de sentarse a comer con una familia de campesinos de la sierra oaxaqueña. Será romanticismo, pero que sean de la UNAM ya fija un sello diferente. Punto.