Nos guste o no la Suprema Corte de Justicia de la Nación goza de autonomía y si nos apegamos a las reglas de la democracia ellos
pueden moverse en otras autopistas, no las que otro poder, entiéndase los legisladores o el ejecutivo determinen. La SCJN es un contrapeso real y así deberá seguir, y más ahora que está en puerta el cambio de presidente de los magistrados.
A este poder de la Unión se le ha atacado por el tema de los salarios, cierto es que en un país en donde las diferencias sociales son muchas, pues resulta poco defendible que un puñado de mexicanos al servicio de la Patria se lleven al bolsillo quincenas estratosféricas, inalcanzables para muchos mexicanos, pero no perdamos de vista que gracias a años de rencor social acumulado y a que muchos políticos han explotado eso de que la culpa es de los ricos (y en esa franja metemos a los magistrados) pues termina convirtiéndose en una arma en contra de los de la SCJN.
Y mire que podríamos debatir aquello de que quien se prepare y esfuerce debería ser merecedor a la calidad de vida que aspira, un magistrado no es de los que deja la carrera trunca, no son técnicos juristas, son especialistas de alto calibre. suman doctorados y pos doctorados; ergo, deben estar y ganar acorde a ese esfuerzo, sino, vayámosle diciendo a nuestros hijos que ni se quemen las pestañas pues su entrega no tendrá mayor reconocimiento que una vida de mediana, e insisto, nos estamos instalando en lo políticamente incorrecto, pues esgrimir una defensa en contra de los magistrados podría ganarme una lapidación publica, solo que aquí, lo justo sería no sólo asomarnos a una de las esquinas de la pirámide, sino de todos las otras fuerzas, el legislativo tiene mucho que rendir cuentas, legisladores que poseen fortunas económicas y que nada tiene que ver su discurso moralino de la austeridad con el estilo de vida de ellos y sus familias.
Aguas, eso de los salarios y sus privilegios podría ser un suelo muy resbaloso para muchos... Y como dicen los sabios, para lograr transparencia total, se requiere que nos desnudemos todos, así y solo así la cancha seria mucho más pareja.
No nos vayamos con la finta, si la pobreza es el detonante de todas nuestras miserias, hasta las intelectuales, encontremos en los políticos sus responsables, aquellos que implantaron el peor sistema económico , pero también, aquellos que han sabido medrar con los más necesitados, regenteando sus furias, sus complejos, su enojo y para ellos es necesario, no que fusilemos a los que ganan más, sino que el modelito cambie y que una mayoría comience a ganar mejor, pero no por dadivas, sino por un sistema que premie el esfuerzo y la dedicación.