Los 29 muertos por tiroteos en Ohio y en el paso Texas tienen un autor
intelectual, es el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, dejemos las medianías en los señalamientos. El que dos sub normales como el antimexicano Patrick Crusius, seguidor de Trump, el otro, Connors Betts, de 24 años, y le podríamos sumar a esta ola de masacres la de hace una semana en California, dando la suma total de 34 muertos y 57 heridos.
insisto: el que estos desajustados hayan jalado el gatillo de sus armas semi automáticas no significa que no exista responsabilidad del principal promotor del odio y que tiene nombre y apellido: Donald Trump.
Y a nadie debe sorprender este tipo de actos, más cuando desde el liderazgo de una presidencia se lanzan todos los días mensajes de odio, de rechazo.
Hitler sembró las mismas semillas y el antisemitismo fue creciendo en Alemania, algunos ciudadanos con ínfulas de salvadores de su país arremetieron en contra de todo aquel señalado por su líder Adolf Hitler.
la historia se vuelve a repetir, claro que ahora existen maquillajes que se permiten el matiz de crímenes de odio, tras falsas máscaras de demócratas y de arrojar plegarias por el descanso de las pobres víctimas, pero que en los intestinos de la sociedad se van creando monstruos capaces de escuchar el llamado de su presidente y salir a matar a cuanto hispano se les atraviese.
El clima de animadversión se respira allá, brota de la boca de un sujeto que ha fincado un imperio desde el más grosero y aplastante estilo de imponer sus armas, su gobierno, sus políticas. Amenaza y es escuchado, advierte y a más de uno le tiemblan las corvas.
¿Nos debería sorprender estos hechos? Sorprende el que se hayan tardado los asesinos, que no lo hicieran antes, sorprende el que un sujeto como Donald Trump continúe despachando desde la casa blanca, que los ciudadanos norteamericanos, los que razonan, no lo hayan sacado a patadas por el terrible daño que le ha provocado a esa nación, pues el haber dividido a los suyos debería ser motivo suficiente como para despedirlo, pero son felicites jugando a ser primera potencia, se enorgullece de su sistema democrático, hablan de su estado de derecho y de sus aparatos de inteligencia, pero no se atreven a asomarse a las cañerías en donde grupos de fanáticos, de irracionales sujetos van construyendo el camino al abismo de ese imperio…
El rencor no puede más que generar rencor, nunca ha sido distinto, y en los estados unidos deberían saber la historia de la humanidad no se equivoca, y que cuando las sociedades se pudren todo se pierde, solo ganan los poderosos, pero el resto del pueblo bueno termina de rodillas llorándole a sus muertos.
Nunca ha sido distinta, el odio de Trump ya acciono el arma… ¿quién los va a parar? y lo peor, aquí en casa, ¿cuánto tiempo más para contagiarnos de ese virus?