Las caravanas migrantes se han hecho comunes en este país, Chiapas es el epicentro de estas movilizaciones, cientos o miles de salvadoreños,
guatemaltecos, hondureños, indios, asiáticos, haitianos… etc. en la consabida procesión hacia el norte.
Hemos dado cuenta de las fricciones que tales concentraciones generales; choques entre elementos de la Guardia Nacional, del instituto nacional de migración, entre policías estatales y municipales, quienes se han enfrascado en riñas con saldos lamentables.
No se puede borrar la estampa de los agentes de migración golpeando a un par de centroamericanos, una imagen que fue reprobada dentro y fuera de México. Los dos servidores públicos de la Secretaría de Gobernación fueron dados de baja. Reitero, la crisis migratoria responde a factores que van más allá de un simple fenómeno de desplazamiento social, se trata del fracaso de gobiernos incapaces de generar empleo, estabilidad y seguridad a sus ciudadanos.
Eso ya lo sabemos, pero en este caso me referiré a la otra cara de la violencia, la que el día de ayer, un grupo de migrantes cometió en contra de elementos de la Guardia Nacional. Primero, los elementos de la guardia no merecen ser agredidos ni golpeados por aquellos que dicen marchar de manera "pacífica", la gran mayoría de miembros de la guardia son jóvenes mexicanos con una real vocación de servicio, son "pueblo", y me atrevo a defenderlos, pues soy de los que se indignó al ver cómo un par de estos muchachos con uniforme eran despojados y salvajemente agredidos por los migrantes… fue tal la golpiza que otros participantes de la dichosa caravana terminaron defendiendo a los uniformados.
El cobarde ataque en contra de los de la guardia no puede pasar por alto, pero no con ánimo de venganza, sino para un serio replanteamiento de las estrategias frente a un clima de crispación que se manifiesta con los migrantes.
Quienes golpearon y robaron a los miembros de la guardia no deben estar en este país, el castigo debe efectuarse, así como se ha hecho con los servidores de migración o de las policías dándoles de baja o llevándolos ante un juez.
En este país, es políticamente incorrecto ponerse de lado de los elementos policiacos, pues en el imaginario colectivo se ha sembrado la idea de que ellos son los malos, los ejecutores, cuando en muchas ocasiones son los que terminan pagando con su vida los errores de los políticos.
Hoy, me sumo a ese sentimiento de impotencia que en muchos mexicanos generaron las imágenes de estos jóvenes elementos de la Guardia Nacional brutalmente agredidos por los pobrecitos migrantes.