Y VUELVE LA BURRA AL TRIGO Y ATÁSQUENSE PUERCOS QUE HAY MAZORCAS DE MAÍZ, POR ESO ME ENCANTA AQUELLO DE QUE: “NO VIVAS DANDO TANTAS EXPLICACIONES, TUS AMIGOS NO LAS NECESITAN… TUS ENEMIGOS NO LAS CREEN, Y LOS PENDEJOS NO LAS ENTIENDEN”.
No sé cuántos de mis amigos de la primaria superaron los traumas de su
niñez, no sé ni siquiera si muchos viven, que ha sido de sus vidas, de pronto me cuentan que algunos llegaron a ser teporochitos y el corazón se me encoge, recuerdo bien a aquellos teporochitos que en la calle de Mariana del Toro R. de Lazarin se juntaban cerca de donde se tiraban las bolsas de basura y recogían lo que creían les servía o lo que podían comer en aquellas crudas de miedo donde se les veía temblar, todo su cuerpo temblaba, su cara se desencajaba y los ojos suplicaban algo para comer o para beber. Compraban los refrescos de Lulú, de los rojos y bebían un poco y después le vaciaban poco a poco algo de alcohol que traían en otra botella y la pasaban de uno al otro. ¿Qué platicaban? no lo sé no se les entendía, solamente se prendían los cigarros o las colillas de esos cigarrillos que recogían a lo largo de sus caminatas donde se tomaba los brazos y se trataban de proteger del frío y de las sacudidas de la cruda, chupaban los cigarrillos y sus colillas, y de pronto se veía a alguno sacar un poco de papel de estraza y cortarlo en pequeños pedazos y de otra bolsita sacaba un poco de marihuana y con amor y cuidado sacaban los “coquitos”, las semillas, y los liaban y los chupaban para sellarlos y los prendían y daban bocanas largas y profundas y aguantaban el humo un poco y lo pasaban, lo rolaban de uno al otro hasta el que tenía la bacha, lo último, la tomaba entre las palmas de la mano y agitándolas para no quemarse chupaba el humo de entre los dedos y ahí se la pasaban de una hora a otra hora, de un día al otro y se conocían, y cuando uno pasaba decían: adiós mi ñerito, aprenda para no caer tan bajo ya ve que su madrecita siempre lo anda cuidando para que no ande de malandrín y donde lo veamos que se junta con los lacras pues le vamos a decir a su papá o a su madrecita….y, pues uno en sus cosas, íbamos y veníamos entre los puestos semifijos o sorteando a los puesto del piso que entre las calles de República de Chile y muchas otras del centro se veían en aquellos tiempos, y por ahí pasaba el trenecito y poníamos clavos en las vías para que al pasar los dejara como daguitas y las poníamos en un pedazo de madera y la traíamos por si acaso… jamás las utilizamos. La violencia era la cosa del día, a todas horas, porque no pasaban los cargadores o porque le dieron un empujón a una señora o porque alguno sintió que le robaban y así se desataban los gritos y los golpes y vimos como en las calles del órgano, pegada al mercado de la Lagunilla, el famoso “Guadalajara” sacaba la navaja de fuelle y se enfrentaba a dos batos que le querían ganar el tiro y ahí quedó uno con varias heridas y el otro corrió y el “Guadalajara” guardó su daga y se fue caminando como si nada, despacio, como pensando en que le hubiera llegado la muerte si se apendeja.
Y eso era de todos los días de ida y de vuelta a la escuela Abraham Castellanos allá en el jardín del Carmen o lo que se conocía como la Plaza del Estudiante porque ahí estaba aquella casa que albergaba a muchos estudiantes y frente a ella la primera delegación de policía y atrás de la escuela, la iglesia del Carmen, y mi madre no sé por qué razón, alguna vez hizo alguna manda y llevó algunas semanas el vestido café de la virgen del Carmen. La realidad es que nadie puede decirme las razones de las mandas si no es por la desesperación para solucionar algún grave problema de salud o de justicia o económico que siempre agobia a las familias de la zona, Así, en este transcurrir del diario nos fajábamos y salíamos sabiendo que, cuando menos, nos tocaba alguna buena madriza, unos golpes de más con alguien, por que sí, porque le caí gordo, por pinche niño popis cuando éramos de los mismos jodidos, y para sobrevivir hay que sacar la casta y agobia la zona y el dolor y la pobreza y los gritos y las peleas y las historias de vecindad y así es que siempre traes en la mente de salir adelante y veías todo, por esa razón, nosotros, no le hayamos mucho a ser intelectual, sino que éramos prácticos, y cuando escuchaba a los teóricos del partido comunista hablar del Capital y decir que era un libro para leerlo después de terminar la carrera de economía, pues nos reíamos y pensábamos: pues si Marx lo escribió para los obreros alemanes y los vendía entre ellos y lo estudiaban juntos, y pensábamos que esos teóricos se la jalaban de más, muchas puñetas mentales, y un buen día, con uno de ellos que llegó muy sácale punta al lápiz al Ateneo Carlos Marx que habíamos formado y nos dijo eso, le pregunté que de dónde salía la teoría sino de la práctica y que era como un recuento de lo bueno y lo malo de los movimientos y ya no supo contestar, se aferraba al librito, y de pronto, se fue mentando madres diciendo que los del poli solamente éramos una bola de mugrosos del lumpen proletari… que no podíamos entender la revolución socialista y menos los planteamientos de la Unión Soviética ni las desviaciones cubanas o chinas, y eso sí, ellos eran los expertos en el “turismo revolucionario” y viajaban a Budapest, a Rusia, a Cuba y hablaban más de las cubanas y de las borracheras que de lo que se hacía y construía en la isla, amaban a Stalin alegando que Trotski era un soplón y contrarrevolucionario, ¿Por qué?, preguntábamos. y nos decían que era un agente de la CIA, y dudamos, ya que muchos de ellos terminaron en los Estados Unidos protegidos por las autoridades norteamericanas y viviendo de lo lindo, y ellos, lo podían hacer, los demás no, porque seguramente eran agentes del gobierno y jaladas de esas, y cuando uno los veía salir de las oficinas de Echeverría en Gobernación decían que él, era un camarada y que se llevaba de pelos con los dirigentes y que se tenía que aprovechar…. y las jaladas seguían y las acusaciones se desbordan y, por eso, llegué también a esa conclusión: no, hay que explicar tanto, porque los amigos no las necesitan, los enemigos no las creen y los pendejos no las entienden… y hay seguimos….aguantando vara y leyendo lo de los pendejos, y no sabemos que creer…casi todos ellos salieron de las clases altas y no conocen la realidad, pero si saben mucho de la “teoría”…y pues, especulan, no les queda de otra: chaquetas mentales…