"La vulgaridad es el blasón nobiliario de los hombres ensoberbecidos de su mediocridad: la custodian como al tesoro el avaro. Ponen su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta".
José Ingenieros
No es de extrañar que el presidente López Obrador haya calificado a Paco Ignacio Taibo II como un “gran intelectual con una vasta dimensión social”: En su ajustado cajón de las ideas, en su retorcida visión del mundo, la sumisión se equipara a la valía, el fanatismo a la convicción, el servilismo a la lealtad, la pertinacia a la firmeza de carácter, el dogmatismo al fervor por la verdad, el apetito de notoriedad a la ambición intelectual, la incontinencia verbal a la claridad y la elocuencia, la complicidad al mérito, la cortedad de miras al pragmatismo. Soez, vulgar, maledicente y coprolálico, atrófico de cerebro y largo de lengua, el director del Fondo de Cultura Económica, fiel al perfil de su benefactor, impregnado de la misma intolerancia y fanatismo, enceguecido por la inflexibilidad de sus corsés ideológicos, se lanza furibundo en contra del que disiente, del que no empata con sus amojonadas creencias, con su reducida concepción de la realidad, ajena a la diversidad o a la libertad de pensamiento. Si estuviera a su alcance implementaría el terror, convocaría a la quema de libros, reconstruiría los campos de exterminio o restauraría la inquisición. Proscribiría en masa a todo el que se le opusiera o encendería la hoguera para quemar a los herejes. Su visión en blanco y negro no distingue matices; de ahí sus ataques despiadados, su diarrea verbal, su descaro combativo al amparo del poder.
Como un hueco cajón de resonancia, el esbirro se une ahora a la intolerancia oficial, invitando al historiador Alfredo Krauze y al periodista Héctor Aguilar Camín a que se cambien de país. No me sorprende; jamás el Sancho Panza de la inmediatez, de los apetitos, de la vulgaridad y el desenfado, entenderá por qué el Quijote arremetió contra los molinos. Es tiempo de usurpadores; la pequeñez quiere llenar ahora el espacio de los grandes. Pero ni las más prístinas aguas disimularán la podredumbre, que inevitablemente hiede y flota. Las aportaciones de Krauze al entendimiento de nuestra historia y sus reiterados señalamientos de los abusos del poder son irrefutables, pero están fuera del alcance de esta clase de pseudointelectuales mediocres, que ahora aplauden y festejan a rabiar el más descarado autoritarismo del que tengamos memoria. Culmino señalando algunas de las frases célebres de tan desafortunado personaje, que sus leales querrán grabar en letras de oro como legado a la posteridad:
"Niños y niñas aquí presentes, vamos a abolir el machismo a putazos".
"Si (las empresas) te quieren chantajear, Andrés Manuel, exprópialos. Chinguen su madre, Exprópialos".
"Un presidente de México puede gobernar por decreto presidencial, como hizo Cárdenas en su día"
"Sea como sea, se las metimos doblada, camarada" (jactándose de que sería director del fondo a cualquier precio, y a pesar de la ley).
Dr. Javier González Maciel
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