La escritura es la llave de la comunicación, es presencia y permanencia, desarrollo y cultura. No en vano apuntó Jorge Luis Borges en una de sus famosas conferencias que tuvieron lugar en 1978 en la Universidad de Belgrano en Buenos Aires: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo.
Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. Por eso a través de sus hojas, ventanas abiertas al mundo, nos asomamos al pasado, entendemos el presente y prefiguramos el futuro. La palabra escrita es la herramienta misma de la civilización, la piedra angular del conocimiento; de ahí la enorme importancia que supone para nuestro país la edición 34 de la Feria internacional del Libro de Guadalajara que, tras ver la luz en 1987, es señalada como el evento cultural más relevante en su tipo para el mundo hispanohablante. Por su riqueza cultural y literaria, por sus alcances y envergadura, es considerada la segunda feria más importante del planeta, sólo superada por la feria del libro de Francfort (la "Frankfurter Buchmesse") en Alemania. Galardonada junto con el "Hay Festival of Literature & Arts" con el premio Princesa de Asturias de comunicación y humanidades por “representar uno de los más importantes puntos de encuentro del libro, los escritores, los lectores y la cultura en el mundo, así como un foco de difusión para la lengua española”, contará este año en su versión virtual, a consecuencia de la pandemia, con la participación de más de 300 personalidades del mundo de la cultura entre premios Nobel, científicos, diplomáticos, especialistas de 38 países y destacados escritores de la talla de la multigalardonada escritora portuguesa Lidia Jorge, Juan Villoro, Salman Rushdie, Fernando Savater, Enrique Krauze, Ángeles Mastretta, Almudena Grandes, Arturo Pérez Reverte, y un largo etcétera. Hasta este punto nada cuestionable; orgullo para México y ejemplo para el mundo. Pero hay espíritus malévolos, personalidades alicortas, liliputenses del entendimiento empeñados siempre en ensuciar la grandeza, en enlodar el mundo, en pisotear cualquier brote de originalidad o de progreso; denostarán cualquier virtud y sofocarán hasta la más insignificante chispa de ingenio, solo para dejar constancia de su pequeñez, de su mediocridad indómita, de su ignorancia altiva. Lejos de subrayar y enaltecer su valía, nuestro inquilino de Palacio repudió y descalificó el evento que, en su ya acostumbrada miopía intelectual, supuso tan solo una venta de libelos, un ataque panfletario contra su gobierno orquestado por las hordas amenazantes de conservadores espectrales que pueblan a diario sus alucinaciones mañaneras. ¿Qué especie de narcisismo delirante le hace suponer que un suceso de tal relevancia no es sino un pretexto para denostar a su gobierno? ¿Qué tipo de desviación paranoide deforma a tal grado la realidad de nuestro mandatario para asumir que una reunión de escritores, científicos, intelectuales y personalidades destacadas de todo el orbe no tiene otro fin que echar abajo su, de por si infructuoso, proyecto de Nación? No hay enemigo más peligroso que el que vive en nuestra casa. Todo lo que no decide, no proyecta o no controla, insiste en destruirlo; nada puede ser valioso si no emerge de sus entrañas, aunque beneficie a los mexicanos o represente un destello entre su bruma gubernamental; el brillo de las luciérnagas atrae a los depredadores, molesta a todo aquel que incapaz de generar el más mínimo resplandor o brote de luz en el faro de su ingenio, encomia las virtudes de la noche y decreta orgulloso la oscuridad perpetua.
A finales de la década de 1930 tuvo lugar la llamada “Gran Purga” emprendida por Joseph Stalin en la Unión Soviética, bajo los efectos devastadores de su incurable paranoia. Cientos de miles de seres humanos entre miembros del Partido Comunista, socialistas, anarquistas y opositores, que a sus ojos no mostraban lealtad ciega e incondicionalidad total a su proyecto ideológico, fueron torturados, asesinados o enviados a los gulags. Las sangrientas “limpias” involucraron también al Ejército Rojo, donde casi la totalidad de sus mariscales, comandantes de ejércitos, almirantes, generales de división y comisarios del ejército fueron juzgados, condenados por razones políticas y eliminados sin piedad. El inevitable debilitamiento de las fuerzas armadas y la ausencia de oficiales capacitados de alto rango, impediría al Ejército Rojo contener el implacable avance de la "Blitzkrieg" alemana, que llevaría a los nazis a las puertas de Moscú.
Sin consideración alguna por la vida humana, Stalin no dudo en enviar al matadero a millones de soldados que, mal equipados y peor entrenados, lograrían al fin (con la colaboración involuntaria del congelante invierno soviético) contener la devastación enemiga.
Por alguna razón, incomprensible para nuestro inquilino de Palacio, Raúl Padilla López presidente de la FIL mencionó al recibir el galardón Princesa de Asturias: “Los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho a escribir y publicar sin restricciones. Defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra gerencia liberal y ponen en riesgo la democracia”,
Ante tales “ataques” el depredador de las luciérnagas concluyó: “enfrentamos la decadencia, no sólo de México, (sino) de las universidades, de la intelectualidad y de los que otorgan estos premios”
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina.