La educación es la base fundamental del desarrollo de la libertad, del juicio autónomo, de la conciencia de un "yo" único e irrepetible, de la originalidad del pensamiento,
de la bendita singularidad del que forja sus ideas, del que busca sus respuestas, del que analiza y decide, del que discierne y discrepa, del que repudia el servilismo y abomina de la domesticación. Nada más repulsivo y deleznable, nada más despersonalizante y perverso que instrumentalizar la educación con fines ideológicos. En pleno siglo XXI, la esclavitud abandona los grilletes para adoptar formas igualmente viles de dominación, aun más reprobables si consideramos que apelan a menudo a la vulnerabilidad de nuestra infancia, que en su receptividad acrítica y en su inexperiencia cognitiva, es presa fácil del dogma, del prejuicio doctrinario, del acatamiento incondicional, de la disciplina insensata, de la implantación de sesgos políticos o culturales, del proselitismo descarado o la aceptación ciega; en el programa educativo norcoreano, los "estudios revolucionarios" constituyen una de las materias más importantes de su programa educativo, en la que el niño debe asimilar la grandeza, casi "divina", de la dinastía Kim que gobierna el país desde hace más de 70 años. Los alumnos deben crecer en el "amor y el afecto al partido y al Estado". Los norcoreanos requieren autorización para viajar en su propio país y sólo podrán ver en sus televisores programas propagandísticos, noticias autóctonas o películas de la extinta U.R.S.S. o de la otrora Alemania del este. En Venezuela, la dictadura de Hugo Chávez implementó políticas públicas a partir de 1999 encaminadas a "injertar", desde la niñez, los principios ideológicos de la revolución Bolivariana con el fin de cohesionar el tejido social en torno a su modelo socialista de corte militarista. Así, hace apenas un par de semanas, tras defender la entrega de una versión "ilustrada" de la Constitución chavista en escuelas públicas, la ministra de Educación de Venezuela, Maryann Hanson, declaraba; "Nosotros estamos intentando crear un estado socialista y tenemos que reproducir la ideología de un Estado Socialista". Así, los libros de texto venezolanos lucen hoy como panfletos políticos, como un panegírico de Hugo Chávez que encomia las virtudes del gobierno y la relevancia de la revolución. De un libro de matemáticas para niños de 9 años pueden extraerse textos como este:
"A través del programa 'Mi Casa bien equipada', Juanita compró un televisor de 32 pulgadas y una lavadora por un total de 3.555 bolívares. Si hubiera comprado estos productos en una tienda, habría tenido que pagar 25% más por la televisión y un tercio más por la lavadora. ¿Qué conclusiones podemos hacer mediante la comparación de los precios de un mismo lugar con la otra? "
Pero este adoctrinamiento burdo e infame, este mecanismo de control y de manipulación pervertida, ha sido traído a nuestra patria por los que, en sus delirios mesiánicos, suponen que el país avanza y se transforma. En la página 24 del Programa de Ciencias Sociales e Historia Socioeconómica de México, distribuido en Puebla entre alumnos del bachillerato, se lee:
“Estaba cenando y viendo mi 'face’ cuando mi papá, quien es chofer del transporte público, nos platicó que el tráfico durante su turno del día estuvo terrible por “la famosa marcha Fifí” y fue muy desgastante, ya que la micro utilizó mucha gasolina y hubo pocos usuarios, sacando muy poco económicamente ese día, y como tenía que pagar la letra de la casa, la luz, el teléfono y otras cuentas, pues casi no le va a alcanzar. Seguí viendo mi ´face´ y principalmente los memes de la marcha que me dieron mucha risa, pero mi mamá que se enoja y que me regaña porque algunas de sus amigas que son empleadas domésticas cargaron las pancartas de sus patrones y me dijo: ¿Qué hubieras hecho tú? ¿Hubieras cargado las pancartas de tus patrones? Porque si te niegas no te pagan el día. Ahora ya tengo muchas dudas. ¿Por qué marchan? ¿Por qué Fifís y Chairos? ¿Qué características tienen los Fifís y los Chairos? ¿A cuál de estos grupos pertenezco? Cuando trabaje, ¿me alcanzará pagar mis cuentas? ¿Qué contradicciones económicas y sociales tiene el país? ¿Por qué hay tantas desigualdades en el país? ¿Quién ha hecho algo para evitar esa desigualdad?”.
Así, el discurso de odio, la polarización perversa implantada por los regímenes populistas para crear en la sociedad una escisión extrema entre dos bandos enfrentados, que le permita al "iluminado" encumbrarse en el poder como representante de la voluntad del pueblo, del oprimido", del vejado y del explotado, mientras fractura la cohesión social y elimina todo rastro de oposición centrando el odio en sus adversarios políticos, raya en las más recriminables prácticas doctrinarias de las peores dictaduras.
Nuestro gobernador poblano, lacayo servil, mascota presidencial antropomórfica de ideas diminutas pero de lengua expedita, ha emprendido la "ruta bolivariana", la deformación de la enseñanza, la educación perversa que asesina el pensamiento para reemplazarlo con la "fe", que sustituye la razón y la duda, esencia misma de la condición humana, por el dogma y la consigna doctrinaria.
Ante el fracaso del "Gran Salto Adelante", Mao Zedong ideó la llamada "revolución cultural" en 1966, cuyo objetivo era purgar la sociedad China de las influencias capitalistas y del pensamiento burgués (en realidad, un esfuerzo cínico de Mao para consolidar su poder en el partido). Los instrumentos de este movimiento fueron miles de estudiantes universitarios, de enseñanza media y primaria, que fueron adoctrinados para conformar la "guardia roja" de Mao, que habría de combatir las élites sociales. Millones de ejemplares del "Libro Rojo", catequismo de la revolución cultural que recopilaba los pensamientos del líder, fue distribuido por toda China. Los estudiantes chinos golpeaban, torturaban, asesinaban y exigían confesiones a académicos y maestros. La persecución se extendió a la intelectualidad, la ciencia y la cultura. El saldo, decenas de millones de personas perseguidas y una cifra de muertos que varía entre cientos de miles y los 20 millones. Este evento traumático que se extendió por 10 años hasta la muerte de Mao, marcó a toda una generación; algunos estudiantes denunciaban a sus propios padres, a pesar de que la denuncia conllevaba su ejecución.
¡Con nuestros hijos nunca!
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina.